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Écheme el Cuento

Tres antecedentes de la literatura fantástica en Colombia

Tres antecedentes de la literatura fantástica en Colombia

  La sociedad colombiana del siglo XIX se caracterizó por la disputa entre los partidarios del Idilio y la UtopíaLa posición idílica representada por los conservadores pretendía perpetuar la tradición española, establecer estrechas relaciones Iglesia-Estado y acogerse al modelo del pensamiento católico. En contraste, la Utopía Liberal era portavoz de un incipiente discurso científico, abierto a tradiciones distintas a la hispánica, laico y promodernista. Hacia 1886 logra imponerse la Arcadia Heleno-Católica a la Utopía Liberal y así es como Colombia ingresa en el siglo XX . En este período de hegemonía conservadora que sólo vendrá a interrumpirse hacia 1930 con el comienzo de la llamada República Liberal , se acallan la visión científica y el pensamiento racionalista que representan la Modernidad,y en su lugar se consolidan "viejos valores hacendarios" que privilegiaban conceptos como el de la honra y el honor, y desdeñaban procesos de autonomía individual o secularización.

La Arcadia Heleno-Católica visible -por decir algo- en textos como María de Isaacs o en las obras costumbristas, gustaba de la nostalgia rural y de la añoranza de los viejos valores y estructuras coloniales. En contraste, los textos de la Utopía Liberal -como por ejemplo los de José María Samper- eran de tono progresista, con confianza en la educación, el progreso y la posibilidad de perfeccionar las instituciones humanas. En el período que va desde 1886 hasta 1930 -y como ya había ocurrido en el siglo XIX- cuento y novela no son bien vistos por el establecimiento crítico colombiano, y en cambio se beatificaban la poesía y el ensayo.

El ideal en novela y cuento era el de un relato castizo, con valor educativo(esto es, que inculcara cierta ideología política y moral), y que socialmente cumpliera una labor útil Así mismo, se enfatizaba en lo que en ese entonces se llamaba una "literatura nacional", es decir, una literatura que fuera reflejo fiel de "nuestra identidad" y "nuestra realidad". Como podrá observarse, si exceptuamos sus defectos y cualidades idiosincráticas. Colombia se encontraba más o menos ante el mismo embeleco que por entonces era epidemia en toda Latinoamérica.

Por eso mismo es que al ver la luz La Vorágine en 1924, la novela de Rivera se constituyó en el paradigma a seguir esa obra que exaltaba al país y al patriotismo que cumplía una importante labor de denuncia social y que se acogía a ultranza al realismo (entendido éste en la forma más simple de mimetismo o copia), era el ejemplo de una auténtica literatura nacional y continental. Groseramente bosquejado, el anterior fue el panorama -por cierto, nada acogedor- en medio del cual destacaron algunos muestras de literatura fantástica.

Si dejamos a un lado las variedades mítico-folclóricas consistentes en algunas leyendas y mitos populares que bien o mal perduraron desde la Colonia hasta el siglo XIX, el balance de la literatura fantástica colombiana durante el siglo XIX se reduciría a dos hechos: algunos relatos que Curcio Altamar localiza como "Post-románticos" , y el empleo de cierta estructura fantástica en Silva y en algún otro modernista como Emilio Cuervo Márquez (de pronto hay por ahí algunas fábulas pero no las consideraremos). En el siglo XX no puede hablarse ni de narraciones góticas, ni de utopías, ni mucho menos de ciencia ficción, aunque pueden toparse algunos casos que de ninguna manera permiten afirmar la existencia de tales géneros.

En la segunda mitad del siglo XIX, dentro de la denominada "Novela del Post-Romanticismo" aparecen algunas obras que pretendían narrar eventos misteriosos acaecidos en Colombia, el terror de los bandidos en ciudades y villorrios, y una que otra espeluznancia; son textos donde por las ciudades de la época flotan cierto aire de arcano, intriga y folletín. Una novela de 1876 de Bernardino Torres Torrente: El ángel del bosque, una obra que -salvadas las diferencias- podría encuadrarse al lado del aluvión de relatos que también en la segunda mitad del siglo XIX, emergieron en Occidente inspirados en las doctrinas espiritistas de Camilo Flammarion. La historia no es que sea una gran cosa: el relato de un hombre que al conocer en algún lugar del Valle del Cauca a un espiritista practicante llamado Rafael, termina abandonando su fe materialista y convirtiéndose al "Cristianismo Espiritista”. El ángel del bosque no alcanza la dignidad de literatura fantástica, pero sí podría ser catalogado como una novela naturalista que incluye algunos relatos fantásticos.

Si omitimos las taras que para un lector de hoy podría tener una narración como ésta (el pavoroso afán moralizante y sermoneador, el partido que toma por la Arcadia Heleno-Católica con todas sus consecuencias, los personajes estereotipados e idealizados, o la estructura de cuento de hadas vallecaucano), creo que para la historia de la ciencia ficción y la literatura fantástica en nuestro país, el libro sí encerraría importancia por las siguientes razones:

a) Inserta la literatura colombiana dentro de una de las líneas que sin ser ciencia ficción  le sirvieron a la ciencia ficción posterior., El ángel del bosque se corresponde con esos relatos espiritistas que, sin mayor rigor ni pudor, mezclaban dos discursos diferentes: la ciencia y la religión, o la ciencia y la ideología del status quo. Aunque las conclusiones de semejante caldo son de un escolasticismo, medievalismo, edenismo y catolicismo que puede resultar indigesto, lo cierto es que en el texto ya se proponen la posibilidad de otros planetas habitados aparte de la Tierra (aunque fuera por espíritus) o nociones como las de telepatía o predicción del futuro. Así mismo, en algún momento controvierte las concepciones de lo que es "fantástico" y lo que es "real" y acaba concluyendo que tales nociones son tributarias del devenir histórico, y por ende, relativizables.

b) En algunos instantes de la obra existe la voluntad de explicar racional –y no sobrenaturalmente- aquello que resulta incomprensible o fantástico (así por ejemplo se pretende justificar ciertos hechos fantásticos sucedidos en la Colombia del pasado, o algunos eventos extraños ocurridos en la novela). De todos modos, no está de más anotar que la noción de "ciencia" o de "explicación racional" que maneja este libro, le erizaría los pelos a un científico o epistemólogo contemporáneo.

c) Para la historia de la literatura de terror incluye al menos tres interesantes relatos: uno con un personaje apodado "El Adivino" (un individuo que cada vez que visita a Rafael, días después ocasiona la muerte de algún ser querido, y que viene a ser el único elemento realmente maligno del libro. Una segunda con un cartel fantasma que apareció anunciando una desgracia en la friolenta Bogotá de 1560 y que se toma de las crónicas de Juan Rodríguez Freyle; y una tercera que narra como un ejército de fantasmas en 1813 y durante la guerra de independencia, hizo huir a una guarnición española. Al menos en dos de estas tres historias se procura una explicación racional- y yo agregaría empobrecedora- del suceso

d)Tal vez lo más olvidable son las planísimas y almibaradas epifanías de ángeles que más que otra cosa son imaginería e iconografía católicas, y que a veces- tan esperpénticas serán- a uno le recuerdan el angelito protagonista de la reciente Dulce Compañía de Laura Restrepo.

 

Elsegundo hecho importante para la literatura fantástica durante el siglo XIX deberíamos mencionar la estructura de De Sobremesa (1896) de José Asunción Silva, posibilitada por ese Modernismo que ya intentaba escapar del deseo documental de la literatura epocal y al cual ya nos hemos referido. Como sabemos, el relato de José Fernández con base en el cual se informa la novela, ha sido reconocido como uno de los primeros ejemplos de metaficcionalidad en la literatura colombiana, en tanto al final del texto el lector no sabe con certeza si la narración fue una alucinación, un sueño o eventos efectivamente sucedidos; la obra propende a la indecidibilidad pues al culminar su lectura no es factible determinar qué es ficción y qué es realidad, o cuáles son los límites de cada una.

La ambigüedad estructural reconocida por Todorov como un rasgo identificatorio de la narrativa fantástica, permite aseverar que en De Sobremesa ya surge la primera muestra de esta vertiente moderna del género en Colombia. Fue el Latinoamérica el Modernismo el primero en incursionar en narraciones fantásticas modernas como una de sus estrategias para "desrrealizar la realidad" y recuperar el misterio. Así imbuido Silva también es un precursor del género, pero no se incorpora a él mediante relatos ocultistas como Darío, o góticos y de ciencia ficción como Lugones, sino mediante el empleo en su novela primordial, de una estructura con tendencia al autosocavamiento. Asíla literatura fantástica moderna nace en Colombia siéndolo por el modo de contar y no tanto por los episodios que cuenta, no nace dentro de las variedades utópicas, góticas o de ciencia ficción, sino dentro de la corriente metaficcional.

En el campo cuentístico y también dentro de la óptica modernista. debemos mencionar algún relato de Emilio Cuervo Márquez como Phrazomela ( 1892) un texto acerca de un hombre que " lee " el pensamiento de otro. Aunque en el mismo cuento se insinúa una explicación racionalista basada en el fluido magnético y el número de vibraciones de las ondas sonoras, tan socorridos en el siglo XIX, lo cierto es que la narración como tal resulta indecidible. En tanto la explicación para el evento incomprensible queda flotando entre lo natural y lo sobrenatural (y en ese sentido Phrazomela es fantástico desde la concepción de Todorov). Aunque la búsqueda de una validación cientificista para lo inexplicable bien puede ser un argumento para postular Phrazomela como el primer relato colombiano de ciencia ficción, no puede olvidarse que su indecidibilidad es justamente la mejor contradicción de tal aserto. Que el cuento no opte de modo indubitable por una explicación naturalista, es lo que impide catalogar le de ciencia ficción plena. Eso sí, Phrazomela es una muestra más de la irrupción de la literatura fantástica moderna en América Latina, del empleo de estructuras propensas a la indeterminación. y -hay que decirlo- de una literatura fantástica cuyo valor no es tanto artístico, sino que deriva más del hecho de constituirse en una adelantada del género.

Ya en el siglo XX, y como otro de los antecedentes antiguos de la ciencia ficción en Colombia, tendríamos que contar con el relato de Soledad Acosta de Samper Bogotá en el año 2000 publicado en la revista Lecturas para el Hogar de 1905. Sese caracterizó por cultivar el costumbrismo y la nov ela histórica, anticipa y critica “las interegularidades y las revoluciones sociales que el progreso traería”. Hasta 1928, cuando aflora el primer libro que por entero puede catalogarse en la ciencia ficción: Una triste aventura de catorce sabios de José Félix Fuenmayor. Hacia los años 20. se comienzan a dar los primeros signos de modernización socio-económica, y que coincidiendo –coincidencia que no es casualidad- con el deceso de la hegemonía conservadora en 1930.

1 comentario

Diego Fernando Marìn -

Claro y al señor se le olvidan nada más que Rene Rebetez, Antonio Mora Velez y León de Greiff...
Lamentable olvido caballero, lamentable olvido.