El sistema de los objetos. Jean Baudrillard
El sistema de los objetos
Jean Baudrillard
Parte A
Las estructuras de colocación
Además, seres y objetos están ligados, y los objetos cobran en esta complicidad una densidad, un valor afectivo que se ha convenido en llamar su presencia.
La falta de estilo es, en primer lugar, una falta de espacio, y la funcionalidad máxima una solución desdichada en la que la intimidad, sin perder su cierre, pierde su organización interior.
Evolución Funcional no es, para decirlo con la definición marxiana, más que una emancipación y no una liberación, puesto que no significa más que la liberación de la función del objeto y no del objeto mismo.
Así, pues, son libres, como objetos de función, es decir, que tiene la libertad de funcionar y (por lo que respecta a los objetos de serie) prácticamente no tienen más que ésta.
Ahora bien, mientras el objeto no está liberado más que en su función, el hombre, recíprocamente, no está liberado más que como utilizador objeto.
TECMA: Elementos extensibles y yuxtaponibles, que se pueden transformar y agrandar; armoniosos, constituyen un inmobiliario de perfecta homogeneidad; funcionales, satisfacen todos los imperativos de la vida moderna.
MONOPOLY: Cada conjunto monopoly es el mejor amigo de su personalidad.
Los valores simbólicos y los valores de uso se esfuman detrás de los valores organizacionales.
Función universal de la existencia de las cosas.
En el conjunto funcional, el reflejo mismo ya no tiene cabida.
La cronometría es angustiosa cuando nos sujeta a las tareas sociales, pero es tranquilizadora cuando se cuantifica el tiempo y lo corta como un objeto que se consume.
Todo el universo de la Stimmung ha desaparecido, el del unísono natural de los movimientos del alma y de la presencia de las cosas: el ambiente interiorizado (contraposición al ambiente exteriorizado de los interiores modernos.
Lo que ha cambiado completamente es la concepción de la decoración. El gusto tradicional, como determinación de lo bello de acuerdo con las afinidades secretas, ya no tiene cabida aquí.
Problema y solución. Más que el gusto, es allí donde reside el sentido actual de la decoración: ya no se trata de implantar un teatro de objetos, o de crear una atmósfera, sino de resolver un problema, de proporcionar la respuesta más sutil a un traslapamiento de datos, de movilizar un espacio.
El modo de existencia de los objetos ambiente cambia totalmente, ya una sociología del mueble la sucede una sociología de la colocación.
Hombre de colocación; no es ni propietario ni simplemente usuario, sino que es un informador activo del ambiente.
El mismo debe ser funcional, homogéneo a este espacio, si quiere que los mensajes de colocación puedan partir de él y llegar a él.
El ambiente es un modo de existencia vivido y por consiguiente es una gran abstracción aplicarle modelos de computación y de información tomados del dominio de la técnica pura.
Modus vivendi de la era técnica
El objeto: ese figurante humilde y receptivo, esa suerte de esclavo psicológico y de confidente
Fue el reflejo de un orden total ligado a una concepción bien definida de la decoración y de la perspectiva, de la sustancia y de la forma. La forma es una frontera absoluta entre el interior y el exterior.
El exterior es sustancia.
Aparte de su función práctica, una función primordial de recipiente, de vaso de lo imaginario recipiente de interioridad
Creación ab útero, con todo el simbolismo poético y metafórico que lo acompaña. El objeto es fundamentalmente antropomórfico.
Es necesario que todo comunique, que todo sea funcional, que no haya secretos, ni misterios; como todo se organiza, todo es claro entonces.
Al imperativo técnico de colocación se añade siempre, en el discurso publicitario, el imperativo cultural de ambiente.
El color tradicional, la tradición somete el color al significado interior y al cierre de las líneas.
El simbolismo de los colores se pierde en lo psicológico: el rojo pasional, agresivo, el azul signo de calma
Grandemente culpabilizado, el color llevará a cabo su liberación muy tarde: Los automóviles y las máquinas de escribir tardarán generaciones en dejar de ser negros, los refrigeradores y los lavabos más tiempo aún en dejar de ser blancos. Será la pintura la que libere al color, pero se necesitará mucho tiempo para que este efecto se advierta sensiblemente en lo cotidiano.
Esta Liberación está manifiestamente ligada a la ruptura de un orden global. Además, es contemporánea de la liberación del objeto funcional (aparición de los materiales sintéticos: polimorfos, y los objetos que no son tradicionales: polifuncionales).
Hay una suerte de obscenidad del color que la modernidad, después de haberlo exaltado por la misma razón por la que exaltó a la revolución de las formas parece aprehender tal y como la aprehendió la funcionalidad pura.
La primera se sistematiza en un paradigma negro-blanco de orden claramente moral y antinatural, la otra se sistematiza en un registro más amplio fundado ya no en la antinatural sino en la naturalidad.
Sin embargo, la abstracción misma de estos colores "libres" ha determinado que, por último, estén libres para el juego. Hacia esta tercera etapa vemos que se orienta actualmente el color al nivel de los modelos etapa que es la del color como valor de ambiente.
El ambiente descansa, en materia de colores, en el equilibrio calculando de los tonos cálidos y de los tonos fríos. Oposición significativa fundamental.
En pocas palabras, este material es un ser. Tal es la imagen del "roble macizo" que vive en cada uno de nosotros, evocadora de generaciones sucesivas, de muebles pesados y de casas de familia.
El color y el material son abstractos y constituyen el objeto de una manipulación mental, al igual que los demás. Todo el entorno moderno pasa, de tal manera, en bloque, al nivel de un sistema de signos.
Sólo un juicio tradicional y en el fondo ingenuo puede considerarse incoherente la coincidencia de un cofre chapeado de teca, de un cubo futurista en metal bruto y de la madera podrida de una estatua del siglo XVI. Simplemente, la coherencia, en este caso, no es la coherencia natural de una unidad de gusto: es la de un sistema cultural de signos.
Simplemente, la coherencia, en este caso, no es la coherencia natural de una unidad de gusto: es la de un sistema cultural de signos. Pg. 43
Esta abstracción nos introduce a la del mundo interior: esfera de cristal de la locura; a la del porvenir: bola de cristal de la videncia; a la del mundo de la naturaleza: mediante el microscopio y el telescopio, el ojo llega a mundos diferentes. Pg. 44
Embalaje, ventana o pared, el vidrio instaura una transparencia sin transición: se ve, pero no se puede tocar. Pg. 44
Amigo o pariente, familiar o cliente, tiene que existir siempre alguna relación, pero ha de ser móvil y funcional, es decir, que en cualquier momento sea posible, pero que quede resuelta la subjetividad: los diversos tipos de relaciones deben poder cambiarse entre sí libremente. Pág. 47
Ya no hay camas para acostarse, ni sillas para sentarse12 sino asientos funcionales que hacen de todas las posiciones (y por consiguiente, de todas las relaciones humanas) una síntesis libre. Pg. 48
Estos asientos tal vez dan satisfacción a una preocupación fundamental: la de no estar nunca solo, pero tampoco cara a cara con alguien. Pg. 48
La sociedad moderna, al liberarnos grandemente de la promiscuidad de las funciones primarias, acusa la promiscuidad de las funciones secundarias, acusa la promiscuidad de las miradas y su dimensión trágica. Así también, tal y como las exigencias primarias quedan veladas, se hace todo lo necesario por quitarle a la socialidad lo que podría tener de abrupto, de contradictorio y, en el fondo, de obsceno, que es el juego directo de la agresividad y del deseo en la mirada. Pg48-49
Somos más libres en los interiores modernos. Pero esto va acompañado de un formalismo más sutil y de una nueva moral: todo significa la transición obligada del comer, del dormir, del procrear, al fumar, al beber, al recibir, al discurrir, al mirar y al leer. Las funciones viscerales desaparecen ante las funciones culturalizadas. pg. 50
El objeto funcional es el objeto real. A través de las revoluciones en el dominio de la energía, la coherencia tecnológica y la coherencia (relativa) del orden de producción sustituyen la simbiosis energética y la colusión simbólica. pg. 53
Sólo una inteligencia abstracta nunca inmediata puede adaptarse a las nuevas estructuras técnicas: pero es necesario que el hombre se adapte a este uso cada vez más exclusivo de tales funciones superiores de la inteligencia y del cálculo.
El hombre se vuelve menos coherente que sus objetos. pg. 55
De todos esto da testimonio la fluidez estilizada de las formas funcionales; esta dinámica mental; simulacro de una relación simbólica perdida; es connotada por ellas, tratando de reinventar una finalidad a fuerza de signos. p. 64-65.
Así la piedra a través del mar recuperada por la mano nos lleva hasta el fuego: el encendedor se convierte en un sílex milagroso, y toda la finalidad histórica y artesana entra en juego en la esencia práctica misma de uno objeto industrial. p. 65
Se precisa entonces un verdadero triunfo del objeto: la aleta del coche se convierte en el signo de la victoria sobre el espacio, signo puro, puesto que no guarda relación con esta victoria (puesto que más bien le pone en peligro, puesto que hace más pesado al coche y aumenta los estorbos). p.66
[ ] esta naturalidad moderna, aunque haya pasado de lo orgánico a lo fluido, sigue siendo no obstante una connotación de naturaleza. El objeto anestructural, inesencial, como la aleta del coche, connota siempre al objeto técnico naturalmente. Por eso mismo lo connota alegóricamente. Cuando la estructura fija es invadida por los elementos anestructurales, cuando el detalle formal invade el objeto, la función real no es sino coartada y la forma no hace más que señalar la idea de la función: se vuelve alegórica. p. 67
Ya no es el termino de u proceso activo, sino de un disfrute en efigie de la velocidad; una suerte de estado ultimo, pasivo de degradación de la energía en signo puro, donde el deseo inconsciente repite un discurso inmóvil. p.67
[ ] este discurso nunca es inocente. La articulación de las formas entre sí esconde siempre un discurso indirecto. p.68
Naturalización, escamoteo, superimpresión, decoración: estamos rodeados de objetos en los que la forma interviene como una falsa solución al modo contradictorio en que es vivido el objeto. p. 69
[ ] funcional no califica de ninguna manera lo que está adaptado a un fin, sino lo que está adaptado a un orden o a un sistema: la funcionalidad es la facultad de integrarse a un conjunto. p. 71
La materialidad de los objetos ya no choca directamente con la materialidad de las necesidades. Hay elisión de estos dos sistemas incoherentes entre uno y otro de un sistema abstracto de signos manipulables. La funcionalidad p. 72
La presencia perpetuante rebasada de la Naturaleza (de modo mucho más coherente y exhaustivo que en todas las culturas anteriores) confiere a este sistema su valor de modelo cultural y su dinamismo objetivo. p. 73
Solo la esfera doméstica en su conjunto (muebles, aparatos, gadgets,etc.), estructurada por la gran oposición colocación-ambiente, posee, en su coherencia relativa, un valor de posición igual al del automóvil. p.74
La materia que transforma, el espacio-tiempo, es una materia incomparable a todas las demás. p.75
La velocidad tiene como efecto, al integrar el espacio-tiempo, reducir el mundo a dos dimensiones, a una imagen; está dispensada de su relieve y de su devenir, nos entrega, en cierta manera, a una suerte de inmovilidad sublime y a una contemplación. p. 76
De tal manera, el automóvil hace algo más que oponerse a la casa en una cotidianidad desdoblada: es también una morada, pero excepcional, es una esfera cerrada de intimidad, pero liberada de los constreñimientos habituales de la intimidad, dotada de una intensa libertad formal, de una funcionalidad vertiginosa. La intimidad del hogar es la de la involución en la relación doméstica y el hábito. La intimidad del automóvil es la del metabolismo acelerado del tiempo y el espacio, y es, a la vez, el lugar siempre posible del accidente en el que culmina en un azar, una posibilidad jamás realizada tal vez, pero siempre imaginada, siempre involuntariamente asumida de antemano, de esa intimidad consigo mismo, de esa libertad formal que tal vez nunca es tan hermosa como en la muerte. p. 76
El erotismo del automóvil; por consiguiente, no es el de un acercamiento sexual activo, sino el pasivo de una seducción narcisista de cada uno de los miembros de la pareja y de una comunión narcisista en el mismo objeto. p. 78
Todos los objetos y por consiguiente también el automóvil, se hacen mujer para ser comparados. Pero es el efecto de un sistema cultural. La fantasmatización profunda a nivel del automóvil es de otro orden. Según el uso que se haga y sus características (desde el coche de carreteras hasta la limusina cómoda) el automóvil se presta igualmente bien al significado de poderío como al de refugio, según que sea proyectil o morada. Pero, en el fondo, como todo objeto funcional mecánico, el automóvil es ante todo (y para todos, hombres, mujeres, niños) vivido como falo, como objeto de manipulación, de ciudadanos, de fascinación. p. 79
PARTE B
El sistema disfuncional o el discurso subjetivo
EL OBJETO MARGINAL, EL OBJETO ANTIGUO
los objetos singulares, barrocos, folklóricos, exóticos, antiguos Parecen contradecir las exigencias del cálculo funcional que también hacen parte de la modernidad y cobran sentido en ella.
El objeto antiguo es anestructural, niega la estructura y cumple con la función de significar el tiempo siendo los signos o indicios culturales del tiempo, el fin de su funcionalidad.
El tiempo del objeto mitológico es el perfecto: es lo que tiene lugar en el presente como si hubiese tenido lugar antaño, y lo que por esa misma razón está fundado en sí mismo auténtico. El objeto antiguo es siempre, en la acepción rigurosa del término, un retrato de familia.
El objeto funcional es eficaz, el objeto mitológico es consumado.
distinguir en la mitología del objeto antiguo dos aspectos: la nostalgia de los orígenes y la obsesión de la autenticidad.
La fascinación de lo que ha sido creado, es por eso único, puesto que el momento de la creación es irreversible.
El valor del objeto en la busca de su autenticidad lo adquiere cuando se apropia del ser, es decir, el objeto antiguo adquiera su significado, cuando sea testimonio de generaciones pasadas.
el objeto antiguo organiza el mundo según un modo interno, opuesto a la organización funcional en extensión, y teniendo como mira conservar, contra ésta última, la irrealidad profunda, sin duda esencial, del fuero interno.
El objeto antiguo, carece de exigencia de lectura, es leyenda puesto que lo que designa es en primer lugar su coeficiente mítico y de autenticidad.
En una civilización en la que la sincronía y diacronía tienden a organizar un control sistemático y exclusivo de lo real aparece (el objeto antiguo).
Testimonio de un fracaso relativo al sistema, esta dimensión regresiva encuentra de todas maneras refugio en el sistema, al cual, paradójicamente, permite funcionar.
Lo que el salvaje y el civilizado captan bajo formas de objeto, es una virtud, uno en fiado de modernidad técnica, el otro en fiado de ancestralidad.
Lo que le falta al hombre es significado en el objeto: en el subdesarrollado es el poderío lo que se fetichiza en el objeto técnico, en el civilizado técnico son el nacimiento y la autenticidad los que se fetichizan en el objeto mitológico.
Todo objeto antiguo es bello simplemente porque ha sobrevivido y se convierte por ello en signo de una vida anterior.
El pasado en su totalidad, entra en el circuito del consumo. E incluso en una suerte de mercado negro.
Hay una paradoja cultural, que es también una verdad económica: solo la imitación fraudulenta puede satisfacer todavía esta sed de autenticidad.
Es el mismo imperialismo el que somete a la naturaleza a través de los objetos técnicos y domestica a las culturas a través de los objetos antiguos.
El pasado en su totalidad, como repertorio de formas de consumo, se añade al repertorio de las formas actuales para constituir una suerte de esfera trascendente de la moda.
EL SISTEMA MARGINAL: LA COLECCIÓN
La posesión nunca es la posesión de un utensilio, pues este no nos remite al mundo, sino que es siempre del objeto abstraído de su función y vuelto relativo al sujeto. Todos los objetos poseídos son objeto de la misma abstracción y se remiten los unos a los otros en la medida en que no remiten más que al sujeto. Así, se constituye un sistema a través del cual el sujeto trata de reconstituir un mundo, una totalidad privada.
Todo objeto tiene dos funciones: ser utilizado y ser poseído.
El objeto estrictamente práctico cobra un estatus social: la maquina. El objeto puro, abstraído de su uso, cobra un status estrictamente subjetivo, se convierte en objeto de colección.
Solo una organización más o menos compleja de los objetos, que remita los unos a los otros, hace de cada objeto una abstracción suficiente para que pueda ser recuperado por el sujeto en la abstracción vivida que es el objeto de posesión.
El coleccionista no es sublime por la naturaleza de los objetos que colecciona, sino por su fanatismo.
Mientras que el coleccionista amaría los objetos en función de su sucesión en una serie, el amateur lo hace por su encanto diverso y singular, no es decisiva.
Los objetos son, aparte de la practica que tenemos, en un momento dado, otra cosa mas, profundamente relativa al sujeto, no sólo a un cuerpo material que resiste, sino un recinto mental en el cual yo reino, una cosa de la cual yo soy el sentido, una propiedad, una pasión.
La posesión nunca es la posesión de un utensilio, pues este nos remite al mundo, sino que es siempre la del objeto abstraído de su función y vuelto relativo al sujeto.
De tal manera el objeto tiene dos funciones: una la de ser utilizado y la otra la de ser poseído.
La colección se nos manifiesta como una compensación poderosa en ocasión de las fases criticas de la evolución sexual. Es exclusiva siempre de una sexualidad genital activa, pero no la sustituye pura y simplemente.pag 99
La conducta de coleccionamiento no equivale a una practica sexual, no apunta a una satisfacción pulsional (como el fetichismo), y sin embargo puede llegar a una satisfacción reaccional no menos intensa.
El hombre es por excelencia señor de un serrallo secreto en el seno de sus objetos. La relación humana, que es el campo de lo único y de lo conflictivo, nunca permite esta fusión de la singularidad absoluta y de la serie indefinida: de donde viene que sea fuente continúa de angustia.
Pues el objeto es el animal domestico perfecto. Es el único ser cuyas cualidades exaltan mi persona en vez de restringirla. En general los objetos son lo único existente cuya coexistencia es verdaderamente posible, puesto que sus diferencias no nos enfrentan unos a otros, como es el caso de los seres vivos, sino que convergen dócilmente hacia mí y se suman sin dificultad en la conciencia. El objeto es lo que mas se presta a ser personalizado y contabilizado a la vez.
El objeto, de este modo, es en sentido estricto un espejo: las imágenes que nos remite no pueden menos que sucederse sin contradecirse y es un espejo perfecto, puesto que no nos envía las imágenes reales, sino las imágenes deseadas.
La calidad específica del objeto, su valor de cambio, pertenece al dominio cultural y social, su singularidad absoluta, por el contrario, es algo que tiene como campo el ser poseído por mí; lo cual me permite reconocerme en él como ser absolutamente singular.
El objeto es símbolo, no de algún caso o valor exterior, sino, en primer lugar, de toda la serie de objetos de la cual es el término(al mismo tiempo que de la persona de la que es el objeto).
El objeto verdaderamente único, absoluto, hasta tal punto que no tenga antecedentes, que carezca de dispersión en cualquier serie que sea, es inconcebible. No existe como tampoco existe un sonido puro. Y tal y como las series de armónicos dan a los sonidos su cualidad percibida, así las series paradigmáticas mas o menos complejas dan a los objetos su cualidad simbólica al mismo tiempo que, en el campo de la relación humana, su calidad de dominio y de juego.
Un objeto no se opone nunca a la multiplicación del mismo proceso de proyección narcisista sobre un número indefinido de objetos, sino que por lo contrario lo impone, por lo cual se presta a la realización de un entorno total.
Por eso el entorno de objetos privados y su posesión (cuyo punto extremo es la colección) es una dimensión tan esencial como imaginaria de nuestra vida. Tan esencial como los sueños.
El sistema puede llegar entonces hasta la destrucción, que es auto destrucción del sujeto. Rheims cita el caso de ejecuciones violentas de colecciones, en una especie de suicidio por imposibilidad de llegar a circunscribir la muerte.
La colección, por su parte, emerge hacia la cultura: tiene como mira objetos diferenciados, que a menudo tienen valor de cambio, que son también objetos de conservación, de trafico, de ritual social, de exhibición, y quizá, incluso, fuente de ganancias.
Los objetos no nos ayudan solamente a dominar el mundo por su inserción en series instrumentales, sino que nos ayudan también, por su inserción en series mentales, a dominar el tiempo, al descontinuarlo y a clasificarlo conforme al mismo modo que a los hábitos.
El objeto reloj devora el tiempo al sustantificarlo y al dividirlo lo convierte en un objeto consumido.
A través del reloj de pulsera, el tiempo señala como dimensión misma de mi objetivación y, a la vez, como un bien domestico.
La colección expresa el perpetuo recomenzar de un ciclo dirigido, en el que el hombre juega a cada instante, partiendo de cualquier término y seguro de regresar, el juego del nacimiento y de la muerte.
El tiempo es objetivamente irreversible .
Lo que el hombre encuentra en los objetos no es la seguridad de sobrevivir, sino la de vivir en lo sucesivo, continuamente, conforme a un modo cíclico y controlado, el proceso de su existencia y rebasar así, simbólicamente, esta existencia real en la que el acontecimiento irreversible se le escapa.
Lo que el celoso encierra y guarda para si en la efigie de un objeto es su propia libido, que trata de conjurar en un sistema de reclusión.
PARTE C
Gadgets y robots
LA CONNOTACION TECNICA: EL AUTOMATISMO
El automatismo es el objeto que cobra una connotación de absoluto en su función particular.
LA TRASCENDENCIA FUNCIONAL
El grado de perfección de una maquina es considerado como proporcional a su grado de automatismo.
Para hacer automático un objeto practico, hay que estereotiparlo en su función y fragilizarlo.
De tal manera, el automatismo es una suerte de cierre, una redundancia funcional que arroja al hombre a una irresponsabilidad espectadora. Es el sueño de un mundo dominado, de una tecnicidad normalmente consumada al servicio de una humanidad inerte y soñadora.
El automatismo es rey y la fascinación que ejerce es tan grande porque no es la de una racionalidad técnica: lo experimentamos como un deseo fundamental, como la verdad imaginaria del objeto respecto de la cual su estructura y su función concreta nos dejan muy indiferentes.
Ya no son sus gestos, su energía, sus necesidades, la imagen de su cuerpo lo que el hombre proyecta sobre los objetos automatizados, es la autonomía de su conciencia, su poder de control, su individualidad propia, la idea de su persona.
De esta supra funcionalidad de la conciencia el automatismo se indica, en el fondo, como el equivalente en el objeto. También se propone como el non plus ultra del objeto, una suerte de trascendencia de la función, corolario de la trascendencia formal de la personal.
El automatismo no es sino la personalización soñada al nivel del objeto.
ABERRACIÓN FUNCIONAL: EL GADGET
El automatismo en sí tan sólo es una desviación técnica, pero se abre sobre el universo entero del delirio funcional. Se abre sobre todo el campo de los objetos fabricados en el que entra en juego la complicación irracional, la obsesión por el detalle, la tecnicidad excéntrica y el formalismo gratuito. En esta zona poli, para, híper y meta funcional, el objeto, lejos de las determinaciones objetivas, es capturado esta vez, enteramente, por lo imaginario.
El barroco, con su predilección por la alegoría, con su nuevo individualismo del discurso, por la redundancia de las formas y la falsificación de las materias, con su formalismo demiúrgico, es el que inaugura verdaderamente la época moderna, al resumir de antemano, en el plano artístico, todos los temas y los mitos de una era técnica, sin exceptuar el paroxismo formal del detalle y del movimiento.
El equilibrio técnico del objeto queda roto: se desarrollan demasiadas funciones accesorias en las que el objeto no obedece más que a la necesidad de funcionar, a la superstición funcional: para cualquier operación hay, tiene que haber, un objeto posible; si no existe, hay que inventarlo.
Por simple combinatoria de estereotipos técnicos, se crean objetos de una función extraordinariamente especificada y perfectamente inútil. ( ) estos objetos son subjetivamente funcionales, es decir, obsesionales; y la acción inversa, estética, que omite la función para exaltar la belleza del mecanismo puro viene a ser lo mismo.
Como toda obsesión, por lo demás, esta puede revestir una calidad poética, la cual experimentamos, ( ) en todos los objetos de los que no recordamos para qué pueden servir y conservamos tan sólo la fascinación emocionante de su mecanismo. Lo que no sirve ya para nada siempre puede servirnos.
SEUDOFUNCIONALISMO: EL CHISME
Todo chisme está dotado de virtud funcional
Lo que antaño no era sino excentricidad encantadora y neurosis individual, en la etapa serial es industrial se convierte en una desestructuración cotidiana e incesante del espíritu enloquecido o exaltado por los detalles
En nuestra civilización hay cada vez más objetos y cada vez menos términos para designarlos.
Si maquina pertenece al dominio de la lengua funcional, chisme pertenece al dominio subjetivo de la palabra
Cual es este ese misterio funcional de los objetos?.... ES la obsesión vaga, pero tenaz, de un mundo maquina, de una mecánica universal
El significado real del chisme, es la naturaleza, por entero, reinventada conforme al principio técnico de realidad, es un simulacro total de naturaleza autónoma.
Lo esencial es que el mundo nos sea dado como operado de antemano.
La verdadera funcionalidad del chisme pertenece al orden del inconsciente: de ahí proviene la fascinación que ejerce.
Los modos de lo imaginario siguen a los modos de la evolución técnica
Cualquiera que sea el funcionamiento del objeto, lo experimentamos como NUESTRO funcionamiento.
METAFUNCIONALIDAD: EL ROBOT
La ciencia-ficción no es sino la extrapolación de esta última en sus tendencias irracionales gracias a la fabulación libre.
Si el robot es para el inconsciente el objeto ideal que los resume a todos, no es simplemente porque sea el simulacro del hombre en su eficiencia funcional, sino que, aun siendo esto, no es lo bastante perfecto como para ser el doble del hombre, y sigue siendo, a pesar de ser como el hombre, muy evidentemente un objeto y, por ello, un esclavo.
El robot puede tener todas las cualidades, salvo una, que constituye la soberanía del hombre: el sexo.
El robot está fijado en la semejanza con el hombre y en la abstracción funcional a toda costa.
LOS AVATARES DE LA TECNICA
Replantear el problema de la fragilidad de los objetos, de su defección: si se nos ofrecen al principio como tranquilizantes, como factores de equilibrio, aunque neurótico, son también un factor constante de defección
Poner en tela de juicio, nuevamente , la hipótesis implícita en nuestra sociedad de una racionalidad de los fines y de los medios e el orden de producción y el proyecto técnico mismo
el estancamiento moral transfigura el avance técnico y hace de él único valor seguro, la instancia definitiva de nuestra sociedad: en virtud de eso se encuentra eximido del orden de producción
hombre y técnicas, necesidades y objetos se estructuran recíprocamente para bien y para mal
el progreso objetivo de las técnicas sufre los mismo bloqueos, las mismas desviaciones y las mismas regresiones que le proceso de socialización concreta de las relaciones humanas, por consiguiente, del progreso objetivo de la sociedad
Sobre estos elementos anestructurales se organiza todo el circuito social de la moda y el consumo dirigido
los cambios de forma y de estilo son los signos de una falta de madurez. Indican un periodo de transición, pero el capitalismo ha hecho de este periodo permanente.
los perfeccionamientos de menor importancia, complicación y sistemas anexos alimentan una falsa conciencia de progreso y enmascaran necesidad apremiante de transformación esenciales
en su función concreta, el objeto es solución a un problema práctico. en sus aspectos inesenciales es solución a un conflicto social o psicológico
las maquinas en cierto sentido han sancionado la ineficacia social
se distinguen 3 niveles de evolución: una estructuración técnica del objeto; convergencia de las funciones, integración, concreción, economía, una estructuración paralela del mundo y de la naturaleza: el espacio vencido, la energía controlada, la materia movilizada; un mundo cada vez más informado e interrelacional; una estructuración de la praxis humana, individual y colectiva, hacia una relatividad y una movilidad cada vez más grande.
LA TECNICA Y EL SISTEMA INCONSCIENTE
si connotación y personalización, moda y automatismo, convergen sobre los elementos anestructurales de que se vale la producción para sistematizar la motivación irracional, es tal vez también porque no hay en el hombre ni voluntad segura, ni posibilidad de rebasar estas estructuras ardaleas de proyección o más simplemente que hay una resistencia profunda a sustituir la finalidad contingente de las necesidades por una racionalidad.
En su formalidad el objeto es una solución a un problema práctico.
Las maquinas en cierto sentido han saciado la influencia social.
El camino más fácil es el de un sistema de objetos que se interpone como solución imaginaria a las contradicciones de toda laya. Que pone en corto circuito, valga la expresión, un orden técnico y al orden de las necesidades individuales, corto circuito en el que se agotan las energías de los dos sistemas.
El sistema de los objetos ejemplifica esta sistemática de la fragilidad de lo efímero, de la recurrencia cada vez más breve y de la compulsión de repetición.
PARTE D
El Sistema Socio ideológico de los objetos y del
consumo
I MODELOS Y SERIES
EL OBJETO PREINDUSTRIAL Y EL MODELO INDUSTRIAL
El status del objeto moderno está dominado por la oposición MODELOSERIE. En cierta medida, siempre ha sido así
es más grande la segregación entre un sector de objetos que puede valerse
del estilo y la producción local que no tiene más que un estricto valor de uso
el modelo sigue siendo absoluto, ligado a una
trascendencia. Ninguna serie se desprende de él, en el sentido moderno en que la entendemos
El orden social asigna su status a los objetos. Se es noble o no se es, el noble no es el término privilegiado de una serie social, su nobleza es una gracia que lo distingue absolutamente. El equivalente para los objetos de esta
concepción trascendente es lo que llamamos el estilo.
Es importante hacer la distinción entre los objetos de estilo preindustriales y los modelos actuales
existen en el mercado interiores armonizados, funcionalizados.
Se los proponen también como funcionales (lo que nunca habría hecho un mueble de estilo) y como accesibles a todos, de derecho
El objeto pasa por todos los colores del prisma social
EL OBJETO PERSONALIZADO
La función del objeto absorbe en gran medida las diferencias de status que terminan por agotarse en la alternación modelo de lujomodelo de serie (esta oposición señala el punto de menor resistencia de la noción de modelo)
La Elección
Ningún objeto se ofrece al consumo en un solo tipo
Lo que se le puede negar a uno es la posibilidad material de comprarlo
como una gracia colectiva y como signo de una libertad formal, es la elección. En esta disponibilidad descansa la personalización.5
no tenemos siquiera la posibilidad de no elegir y de comprar simplemente un objeto en función del uso, pues ningún objeto se propone hoy en día al grado cero de la compra. De grado o por fuerza, la libertad de elegir
que tenemos nos obliga a entrar en el sistema cultural
El simple hecho de elegir tal o cual objeto para distinguirse de los demás es en sí mismo un servicio social (Stuart Mill)
La diferencia marginal
ningún objeto se propone como objeto de serie, sino que todos se nos ofrecen como modelos. El menos importante de los objetos se distinguirá de los demás por una diferencia: color, accesorio, detalle. Esta diferencia será dada siempre como específica
La diferencia marginal, por consiguiente, no es sólo marginal, sino que contraría la esencia del ser técnico. La función de personalización
no es solamente un valor añadido, es un valor parasitario
todas estas diferencias específicas son recuperadas a su vez y señalizadas en la producción industrial. Es esta serialidad secundaria la que constituye la moda. Finalmente, todo es modelo y ya no hay modelos
LA IDEALIDAD DEL MODELO
la realidad serial del objeto está continuamente negada y desconocida en provecho del modelo
Es esencial que el modelo no sea más que la idea del modelo.
Personalización e integración van de la mano. Es el milagro del sistema.
DEL MODELO A LA SERIE
El déficit técnico
Porque el sistema ascendente de valoración diferencial por referencia al modelo ideal enmascara evidentemente la realidad inversa de la desestructuración y de la descalificación en masa del objeto de serie por relación al modelo real
De todas las servidumbres que afectan al objeto de serie, la más evidente es la que concierne a su duración y a su calidad técnica
Todas las innovaciones y los juegos de la moda hacen al objeto más frágil y más efímero, PERO EL OBJETO NO DEBE ESCAPAR A LO EFÍ-
MERO Y A LA MODA. Ésta es la característica fundamental de la serie: el objeto está sometido a una fragilidad organizada. En un mundo de abundancia (relativa) es la fragilidad la que sucede a la escasez o rareza como dimensión de lo que falta
EL OBJETO NO DEBE ESCAPAR A LA MUERTE
El déficit de estilo
El modelo tiene una armonía, una unidad, una homogeneidad, una coherencia de espacio, de forma, de sustancia, de función, es una sintaxis
La Diferencia de Clases
Lo que se da como estilo no es en el fondo más que un estereotipo, generalización sin matices de un detalle o de un aspecto particular
El Privilegio De La Actualidad
en la sociedad de consumo las generaciones de objetos mueren pronto, para que otros ocupen su lugar; y si la abundancia crece, es siempre dentro de los límites de una escasez calculada
La desventura de la persona
es claro que el sujeto, por su exigencia misma de ser sujeto, no hace sino constituirse en objeto de la demanda económica
Las diferencias específicas son producidas industrialmente y por ello la elección que puede realizar está petrificada de antemano: lo que queda es sólo la ilusión de una distinción personal
Ideología de los modelos
En nuestra sociedad de consumo nos encontramos cada vez más lejos de una igualdad ante el objeto
Es un engaño hacer del modelo un punto ideal que la serie llegará a alcanzar
Tal sociedad, lanzada al progreso tecnológico, lleva a cabo todas las revoluciones posibles, pero son revoluciones sobre sí misma. Su productividad acrecentada no desemboca en ningún cambio estructural.
II CRÉDITO
DERECHOS Y DEBERES DEL CIUDADANO CONSUMIDOR
Si bien los objetos se ofrecen hoy bajo el signo de la diferenciación
y de la elección
Y de la misma manera en que, si el objeto le parece a uno bello y de buen precio, la elección, en cambio, se le ofrece a uno, así como se le ofrecen las facilidades de pago
El crédito se sobreentiende como un derecho del consumidor, y en el fondo como un derecho económico del ciudadano.
El sistema del crédito no afecta de derecho al objeto de serie más que al modelo
una suerte de pudor se ha experimentado en el crédito, la presencia de un peligro moral ( ) Pero se puede reconocer que esta resistencia psicológica va disminuyendo progresivamente. Allí donde persisten, son supervivencias de la noción tradicional de propiedad
El usuario a crédito aprende poco a poco a utilizar con entera libertad el objeto como si fuese el suyo. Hasta el punto de que el momento mismo en que lo paga es aquel en el que se ha gastado: los plazos del objeto están ligados a los plazos de su duración
LA PRECESIÓN DEL CONSUMO: UNA ÉTICA NUEVA
No hace mucho tiempo aún la compra del comedor, del automóvil, era el término de un largo esfuerzo de economía. Se trabaja soñando con adquirir: la vida es vivida conforme.
Hoy en día, los objetos se encuentran allí antes de haber sido ganados, son un anticipo de la suma de esfuerzos y de trabajo que representan, su consumo precede, por así decirlo, a su producción.
Si antes era el hombre el que imponía su ritmo a los objetos, hoy en día son los objetos los que imponen sus ritmos discontinuos a los hombres, su manera discontinua de estar allí, de descomponerse o de sustituirse unos a otros sin envejecer.
EL CONSTREÑIMIENTO DE COMPRA
El consumidor moderno integra y asume espontáneamente este constreñimiento sin fin: comprar para que la sociedad siga produciendo, para que pueda continuar trabajando el hombre a fin de poder pagar lo que ha comprado.
No cabe duda que el orden de la producción vive primero de la explotación de la fuerza de trabajo, pero hoy se refuerza con este consenso circular
En cada hombre, el consumidor es cómplice del orden de producción, y no guarda relación con el productor (que simultáneamente es él mismo) que es su víctima.
EL MILAGRO DE LA COMPRA
Comprar a crédito equivale a la apropiación total de un objeto por una fracción de su valor real. Una inversión mínima por una ganancia maravillosa.
AMBIGÜEDAD DEL OBJETO DOMÉSTICO
los objetos no tienen como destino, de ninguna manera, el ser poseídos y usados, sino solamente el ser producidos y comprados. O dicho de otra manera, no se estructuran en función de las necesidades, ni de una organización más racional del mundo, sino que se sistematizan en función exclusiva de un orden de producción y de integración ideológica.
III LA PUBLICIDAD
DISCURSO SOBRE LOS OBJETOS Y DISCURSO-OBJETO
Hay que distinguir esta doble determinación: es discurso acerca del objeto y objeto ella misma.
EL IMPERATIVO Y EL INDICATIVO PUBLICITARIOS
La publicidad se propone como tarea informar de las características de un determinado producto y fomentar su venta. Esta función objetiva es, en principio, su función primordial.
LA LÓGICA DE SANTA CLAUS
Quienes recusan el poder de condicionamiento de la publicidad (de los mass media en general) no han captado la lógica particular de su eficacia, que no es una lógica del enunciado y de la prueba, sino una lógica de la fábula y de la adhesión ( ) Sin embargo, sin creer en este producto, creo en la publicidad que me quiere hacer creer.
LA INSTANCIA MATERNAL: EL SILLÓN AIRBONE
Antaño las normas morales querían que el individuo se adaptase al conjunto social, pero ésta es la ideología petrificada de una era de producción: en una era de consumo, o que pretende serlo, es la sociedad global la que se adapta al individuo. No sólo se adelanta a sus necesidades, sino que se toma el cuidado de adaptarse, no a alguna de sus necesidades, sino a él mismo personalmente.
Lo que la publicidad añade a los objetos, sin la cual no serían lo que son es el calor. ( ) El objeto lo tiene a uno presente, lo quiere. Y porque lo quieren, uno se siente que existe: queda uno personalizado.
Esto es lo esencial: la compra misma es secundaria. Si la abundancia de productos pone fin a la rareza o escasez, la profusión publicitaria pone fin a la fragilidad. ( ) Entonces se ve uno enfrentado a su propia inexistencia, su mala fe, su ingratitud y su angustia.
EL FESTIVAL O PODER DE COMPRA
La publicidad desempeña el papel de anuncio permanente del poder de compra, real o virtual, de la sociedad global. ( ) Al mecanismo de la compra (investido ya de carga libidinal) lo sustituye toda una erotización de la elección y del gasto.
Hay en esto una función reguladora esencial. Como los sueños, la publicidad fija y desvía un potencial imaginario. Como los sueños, es una práctica subjetiva e individual.
Una de las primeras reivindicaciones del hombre, en su acceso al bienestar, es la de que se ocupen de sus deseos, de formularlos, y de dotarlos de imágenes ante sus ojos (esto es, o llega a ser, un problema en un país socialista). La publicidad cumple esta función útil, regresiva, inesencial, pero profundamente requerida.
GRATIFICACIÓN Y REPRESIÓN: LA DOBLE INSTANCIA
El objeto es un servicio, es una relación personal entre la sociedad y usted
La publicidad apunta a un mismo proceso de regresión más acá de los procesos sociales reales, de trabajo, de producción, de mercado y de valor, que amenazaría con perturbar esta integración milagrosa
En una sociedad industrial, la división del trabajo disocia ya al trabajo de su producto. La publicidad corona este proceso al disociar radicalmente, en el momento de la compra, el producto de bien de consumo
La publicidad no omite tan cuidadosamente los procesos objetivos, la historia social de los objetos, si no para imponer mejor a través de la instancia social imaginaria el orden real de producción y de explotación
La sociedad se vuelve maternal para preservar mejor un orden de constreñimiento
Vemos el enorme papel político que desempeña la difusión de los productos y las técnicas publicitarias
Los signos publicitarios nos hablan de los objetos, pero sin explicarlos con vistas a una praxis, en efecto remiten a los objetos reales como a un mundo ausente
La lectura no transitiva, se organiza en un sistema específico de satisfacción, pero en el cual actúa sin cesar la determinación de ausencia de lo real: la frustración
La imagen crea un vacio, apunta a una ausencia, y por ello es evocadora.
La mirada es presunción de contacto, la imagen y su lectura son presunción de posesión
En el fondo, la imagen y su lectura no son de ninguna manera, el camino más corto hacia un objeto sino hacia otra imagen
El signo publicitario acredita al orden social en su doble determinación de gratificación y de represión
Gratificación, frustración: las dos vertientes inseparables de la integración
Instaura, bajo el signo de la publicidad, el reino de una libertad del deseo
En la sociedad de consumo la gratificación es inmensa, la represión es inmensa también; ambas las recibimos en la imagen y en el discurso publicitario, poniendo en juego el principio represivo de realidad en el corazón mismo del placer
LA PRESUNCIÓN COLECTIVA
Lejía Pax
El ejemplo de Pax es claro: la publicidad pretende socializar a los individuos con fundamento en un producto cuya compra y uso, precisamente remite cada uno a su esfera individual
la nostalgia colectiva sirve para alimentar la rivalidad individual
El concurso publicitario
concursos acompañados de una pregunta selectiva: pregunta ¿cuantas preguntas acertadas se darán en nuestro concurso?
La suma de las personas susceptibles de participar en este concurso o tener éxito en el que se convierte en instancia discriminatoria y es la adivinación de esta instancia, la identificación con éxito del individuo a este azar colectivo lo que se convierte en criterio del éxito
Garap
Si consumimos el producto en el producto, consumimos su sentido en la publicidad
Se ha convertido en u indicativo de toda una sociedad
La publicidad como GARAP es la sociedad de masas que, a través de un signo arbitrario, sistemático provoca la sensibilidad, moviliza las conciencias y se reconstituye en este proceso mismo en su calidad de colectivo
El condicionamiento serial
La competencia, que en otro tiempo, bajo el signo de la libertad, fue la regla de oro de la producción se ha traspuesto en nuestros días, al infinito, al dominio del consumo
En efecto, podemos pensar que la ideología de la competencia está consagrada, en este dominio (el dominio del consumo), al mismo proceso, y por lo tanto al mismo fin, que en el dominio de la producción
La libertad por omisión
La ideología de la competencia pierde terreno hoy, por doquier, ante una filosofía del logro personal
El Leitmotiv ya no es el de la competencia selectiva, es el de la personalización para todos. Al mismo tiempo la publicidad ha pasado de una práctica comercial a una teoría de la praxis de consumo, teoría que remata el edificio entero de la sociedad
el sistema de consumo constituye un lenguaje auténtico, una cultura nueva. Del tal manera se opone al nihilismo del consumo un nuevo humanismo del consumo
Este permiso concedido al consumidor de disfrutar libremente de la vida, la demostración de su derecho a rodearse de los productos que enriquecen su existencia, y le causan placer, debe ser uno de los temas primordiales de toda publicidad y de todo proyecto destinado a fomentar las ventas
¿el fin de la publicidad es liberar al hombre de su resistencia a la dicha o promover las ventas? ¿Se quiere organizar la sociedad en función de la satisfacción, o en función de la ganancia?
No le conceden más que la resolución de las tensiones, es decir, una libertad por omisión o falta: cada vez que surge una diferencia de tensión que, al engendrar un sentimiento de frustración, concede a obrar, se puede esperar que un producto suprimirá esta tensión al responder a las aspiraciones de un grupo
Peligrosa es la libertad de ser, que levanta al individuo contra la sociedad. Pero inofensiva es la libertad de poseer, pues ésta entra en el juego sin saberlo ( ) Es el ser social perfecto
la publicidad filosófica le impone, en lo sucesivo, el ajustarse a sí mismo, la obligación de resolver sus conflictos
¿UN NUEVO LENGUAJE?
¿el sistema objetos-publicidad constituye un lenguaje? Toda esta filosofía ideal consumidora está fundada en la sustitución de la relación humana, viviente y conflictiva, por una relación personalizada con los objetos
¿Informan los objetos a las necesidades y las estructuras de una manera nueva? Recíprocamente ¿informan las necesidades a las nuevas estructuras sociales por la mediación de los objetos y de su producción? Si la respuesta es afirmativa se puede hablar de lenguaje, si es negativa, todo esto no es sino idealismo tramposo de gerentes
Estructura y desmembración: la marca
La compra no tiene nada de cambio libre y viviente. Es una operación predeterminada en la que se enfrentan dos sistemas irreductibles: el mutable, incoherente del individuo ( ) y el codificado, clasificado, discontinuo, relativamente coherente de los productos en toda su positividad.
Pero para que haya lenguaje se necesita una sintaxis. Con los objetos de consumo de masa no tenemos más que un repertorio
El sistema de los objetos impone su coherencia y adquiere, de tal modo, el poder de modelar una civilización
Como los productos tienen una coherencia mayor, son las necesidades las que refluyen sobre ellos y, fragmentándose, discontinuándose se insertan difícil y arbitrariamente, en las rejilla de los objetos
si el lenguaje ( ) conserva siempre la posibilidad de los esencial y de una síntesis de intercambio, el sistema objeto-publicidad, por su parte, invadido por lo esencial, por un mundo desestructurado de necesidades, se contenta con satisfacer en detalle, sin instituir jamás nuevas estructuras de intercambio colectivo
la diferentes marcas y modelos ayudan a las personas a expresar su propia personalidad
es así como las personas se definen por relación a sus objetos ( ) éstos no constituyen un lenguaje sino una gama de criterios distintivos más o menos arbitrariamente indicados por una gama de personalidades estereotipadas
los objetos son categorías de objetos que inducen muy tiránicamente categorías de personas
El concepto de marca ( ) resumen muy bien las posibilidades de un lenguaje del consumo.
La función de la marca es la de señalar el producto, su función segunda es la de movilizar las connotaciones afectivas
etiqueta psicológica. Finalmente, es el único lenguaje que nos habla del objetos, el único que haya inventado
El discurso publicitario no hace sino suscitar el deseo para generalizar en los términos más vagos
Esta evocación estereotipada de las fuerzas profundas equivale, simplemente, a una censura
Lo que está personalizado en el objeto es, en primer lugar, la censura
No libera las pulsiones, sino que moviliza ante todo, los fantasmas que bloquean estas pulsiones
los conflictos interiores mismos, las fuerzas profundas, están movilizadas y alienadas en el proceso de consumo tal como lo está la fuerza de trabajo en el proceso de producción
la censura se ejerce a través de las conductas libres
Un código universal: el standing
El sistema objetos-publicidad ( ) tiene la pobreza y la eficacia de un código. No estructura la personalidad: la designa y la clasifica. No estructura la relación social: la descompone en un repertorio jerárquico. Se formaliza en un sistema universal de puntos de referencia del status social: el código del standing.
la función colectiva de la publicidad es la de convertirnos
Este código es moral ( ) Este código es totalitario, nadie escapa a él
No es más arbitrario que otros
Constituye una socialización, una secularización total de los signos de reconocimiento
Constituye por primera vez en la historia un sistema de signos y de lectura universal
Esta universalización y esta eficacia se obtienen al precio de una simplificación radical, de un empobrecimiento, de una regresión casi definitiva del lenguaje del valor
la obligación de referencia única no hace sino exacerbar el deseo de la discriminación
Este código nos da la imagen de una falsa transparencia, de una falsa legibilidad de las relaciones sociales
si aporta una tranquilización formal por su coherencia, es también el medio mejor para la sociedad global, de extender su jurisdicción, inmanente y permanente sobre todos los individuos.
Jean Baudrillard
Parte A
Las estructuras de colocación
Además, seres y objetos están ligados, y los objetos cobran en esta complicidad una densidad, un valor afectivo que se ha convenido en llamar su presencia.
La falta de estilo es, en primer lugar, una falta de espacio, y la funcionalidad máxima una solución desdichada en la que la intimidad, sin perder su cierre, pierde su organización interior.
Evolución Funcional no es, para decirlo con la definición marxiana, más que una emancipación y no una liberación, puesto que no significa más que la liberación de la función del objeto y no del objeto mismo.
Así, pues, son libres, como objetos de función, es decir, que tiene la libertad de funcionar y (por lo que respecta a los objetos de serie) prácticamente no tienen más que ésta.
Ahora bien, mientras el objeto no está liberado más que en su función, el hombre, recíprocamente, no está liberado más que como utilizador objeto.
TECMA: Elementos extensibles y yuxtaponibles, que se pueden transformar y agrandar; armoniosos, constituyen un inmobiliario de perfecta homogeneidad; funcionales, satisfacen todos los imperativos de la vida moderna.
MONOPOLY: Cada conjunto monopoly es el mejor amigo de su personalidad.
Los valores simbólicos y los valores de uso se esfuman detrás de los valores organizacionales.
Función universal de la existencia de las cosas.
En el conjunto funcional, el reflejo mismo ya no tiene cabida.
La cronometría es angustiosa cuando nos sujeta a las tareas sociales, pero es tranquilizadora cuando se cuantifica el tiempo y lo corta como un objeto que se consume.
Todo el universo de la Stimmung ha desaparecido, el del unísono natural de los movimientos del alma y de la presencia de las cosas: el ambiente interiorizado (contraposición al ambiente exteriorizado de los interiores modernos.
Lo que ha cambiado completamente es la concepción de la decoración. El gusto tradicional, como determinación de lo bello de acuerdo con las afinidades secretas, ya no tiene cabida aquí.
Problema y solución. Más que el gusto, es allí donde reside el sentido actual de la decoración: ya no se trata de implantar un teatro de objetos, o de crear una atmósfera, sino de resolver un problema, de proporcionar la respuesta más sutil a un traslapamiento de datos, de movilizar un espacio.
El modo de existencia de los objetos ambiente cambia totalmente, ya una sociología del mueble la sucede una sociología de la colocación.
Hombre de colocación; no es ni propietario ni simplemente usuario, sino que es un informador activo del ambiente.
El mismo debe ser funcional, homogéneo a este espacio, si quiere que los mensajes de colocación puedan partir de él y llegar a él.
El ambiente es un modo de existencia vivido y por consiguiente es una gran abstracción aplicarle modelos de computación y de información tomados del dominio de la técnica pura.
Modus vivendi de la era técnica
El objeto: ese figurante humilde y receptivo, esa suerte de esclavo psicológico y de confidente
Fue el reflejo de un orden total ligado a una concepción bien definida de la decoración y de la perspectiva, de la sustancia y de la forma. La forma es una frontera absoluta entre el interior y el exterior.
El exterior es sustancia.
Aparte de su función práctica, una función primordial de recipiente, de vaso de lo imaginario recipiente de interioridad
Creación ab útero, con todo el simbolismo poético y metafórico que lo acompaña. El objeto es fundamentalmente antropomórfico.
Es necesario que todo comunique, que todo sea funcional, que no haya secretos, ni misterios; como todo se organiza, todo es claro entonces.
Al imperativo técnico de colocación se añade siempre, en el discurso publicitario, el imperativo cultural de ambiente.
El color tradicional, la tradición somete el color al significado interior y al cierre de las líneas.
El simbolismo de los colores se pierde en lo psicológico: el rojo pasional, agresivo, el azul signo de calma
Grandemente culpabilizado, el color llevará a cabo su liberación muy tarde: Los automóviles y las máquinas de escribir tardarán generaciones en dejar de ser negros, los refrigeradores y los lavabos más tiempo aún en dejar de ser blancos. Será la pintura la que libere al color, pero se necesitará mucho tiempo para que este efecto se advierta sensiblemente en lo cotidiano.
Esta Liberación está manifiestamente ligada a la ruptura de un orden global. Además, es contemporánea de la liberación del objeto funcional (aparición de los materiales sintéticos: polimorfos, y los objetos que no son tradicionales: polifuncionales).
Hay una suerte de obscenidad del color que la modernidad, después de haberlo exaltado por la misma razón por la que exaltó a la revolución de las formas parece aprehender tal y como la aprehendió la funcionalidad pura.
La primera se sistematiza en un paradigma negro-blanco de orden claramente moral y antinatural, la otra se sistematiza en un registro más amplio fundado ya no en la antinatural sino en la naturalidad.
Sin embargo, la abstracción misma de estos colores "libres" ha determinado que, por último, estén libres para el juego. Hacia esta tercera etapa vemos que se orienta actualmente el color al nivel de los modelos etapa que es la del color como valor de ambiente.
El ambiente descansa, en materia de colores, en el equilibrio calculando de los tonos cálidos y de los tonos fríos. Oposición significativa fundamental.
En pocas palabras, este material es un ser. Tal es la imagen del "roble macizo" que vive en cada uno de nosotros, evocadora de generaciones sucesivas, de muebles pesados y de casas de familia.
El color y el material son abstractos y constituyen el objeto de una manipulación mental, al igual que los demás. Todo el entorno moderno pasa, de tal manera, en bloque, al nivel de un sistema de signos.
Sólo un juicio tradicional y en el fondo ingenuo puede considerarse incoherente la coincidencia de un cofre chapeado de teca, de un cubo futurista en metal bruto y de la madera podrida de una estatua del siglo XVI. Simplemente, la coherencia, en este caso, no es la coherencia natural de una unidad de gusto: es la de un sistema cultural de signos.
Simplemente, la coherencia, en este caso, no es la coherencia natural de una unidad de gusto: es la de un sistema cultural de signos. Pg. 43
Esta abstracción nos introduce a la del mundo interior: esfera de cristal de la locura; a la del porvenir: bola de cristal de la videncia; a la del mundo de la naturaleza: mediante el microscopio y el telescopio, el ojo llega a mundos diferentes. Pg. 44
Embalaje, ventana o pared, el vidrio instaura una transparencia sin transición: se ve, pero no se puede tocar. Pg. 44
Amigo o pariente, familiar o cliente, tiene que existir siempre alguna relación, pero ha de ser móvil y funcional, es decir, que en cualquier momento sea posible, pero que quede resuelta la subjetividad: los diversos tipos de relaciones deben poder cambiarse entre sí libremente. Pág. 47
Ya no hay camas para acostarse, ni sillas para sentarse12 sino asientos funcionales que hacen de todas las posiciones (y por consiguiente, de todas las relaciones humanas) una síntesis libre. Pg. 48
Estos asientos tal vez dan satisfacción a una preocupación fundamental: la de no estar nunca solo, pero tampoco cara a cara con alguien. Pg. 48
La sociedad moderna, al liberarnos grandemente de la promiscuidad de las funciones primarias, acusa la promiscuidad de las funciones secundarias, acusa la promiscuidad de las miradas y su dimensión trágica. Así también, tal y como las exigencias primarias quedan veladas, se hace todo lo necesario por quitarle a la socialidad lo que podría tener de abrupto, de contradictorio y, en el fondo, de obsceno, que es el juego directo de la agresividad y del deseo en la mirada. Pg48-49
Somos más libres en los interiores modernos. Pero esto va acompañado de un formalismo más sutil y de una nueva moral: todo significa la transición obligada del comer, del dormir, del procrear, al fumar, al beber, al recibir, al discurrir, al mirar y al leer. Las funciones viscerales desaparecen ante las funciones culturalizadas. pg. 50
El objeto funcional es el objeto real. A través de las revoluciones en el dominio de la energía, la coherencia tecnológica y la coherencia (relativa) del orden de producción sustituyen la simbiosis energética y la colusión simbólica. pg. 53
Sólo una inteligencia abstracta nunca inmediata puede adaptarse a las nuevas estructuras técnicas: pero es necesario que el hombre se adapte a este uso cada vez más exclusivo de tales funciones superiores de la inteligencia y del cálculo.
El hombre se vuelve menos coherente que sus objetos. pg. 55
De todos esto da testimonio la fluidez estilizada de las formas funcionales; esta dinámica mental; simulacro de una relación simbólica perdida; es connotada por ellas, tratando de reinventar una finalidad a fuerza de signos. p. 64-65.
Así la piedra a través del mar recuperada por la mano nos lleva hasta el fuego: el encendedor se convierte en un sílex milagroso, y toda la finalidad histórica y artesana entra en juego en la esencia práctica misma de uno objeto industrial. p. 65
Se precisa entonces un verdadero triunfo del objeto: la aleta del coche se convierte en el signo de la victoria sobre el espacio, signo puro, puesto que no guarda relación con esta victoria (puesto que más bien le pone en peligro, puesto que hace más pesado al coche y aumenta los estorbos). p.66
[ ] esta naturalidad moderna, aunque haya pasado de lo orgánico a lo fluido, sigue siendo no obstante una connotación de naturaleza. El objeto anestructural, inesencial, como la aleta del coche, connota siempre al objeto técnico naturalmente. Por eso mismo lo connota alegóricamente. Cuando la estructura fija es invadida por los elementos anestructurales, cuando el detalle formal invade el objeto, la función real no es sino coartada y la forma no hace más que señalar la idea de la función: se vuelve alegórica. p. 67
Ya no es el termino de u proceso activo, sino de un disfrute en efigie de la velocidad; una suerte de estado ultimo, pasivo de degradación de la energía en signo puro, donde el deseo inconsciente repite un discurso inmóvil. p.67
[ ] este discurso nunca es inocente. La articulación de las formas entre sí esconde siempre un discurso indirecto. p.68
Naturalización, escamoteo, superimpresión, decoración: estamos rodeados de objetos en los que la forma interviene como una falsa solución al modo contradictorio en que es vivido el objeto. p. 69
[ ] funcional no califica de ninguna manera lo que está adaptado a un fin, sino lo que está adaptado a un orden o a un sistema: la funcionalidad es la facultad de integrarse a un conjunto. p. 71
La materialidad de los objetos ya no choca directamente con la materialidad de las necesidades. Hay elisión de estos dos sistemas incoherentes entre uno y otro de un sistema abstracto de signos manipulables. La funcionalidad p. 72
La presencia perpetuante rebasada de la Naturaleza (de modo mucho más coherente y exhaustivo que en todas las culturas anteriores) confiere a este sistema su valor de modelo cultural y su dinamismo objetivo. p. 73
Solo la esfera doméstica en su conjunto (muebles, aparatos, gadgets,etc.), estructurada por la gran oposición colocación-ambiente, posee, en su coherencia relativa, un valor de posición igual al del automóvil. p.74
La materia que transforma, el espacio-tiempo, es una materia incomparable a todas las demás. p.75
La velocidad tiene como efecto, al integrar el espacio-tiempo, reducir el mundo a dos dimensiones, a una imagen; está dispensada de su relieve y de su devenir, nos entrega, en cierta manera, a una suerte de inmovilidad sublime y a una contemplación. p. 76
De tal manera, el automóvil hace algo más que oponerse a la casa en una cotidianidad desdoblada: es también una morada, pero excepcional, es una esfera cerrada de intimidad, pero liberada de los constreñimientos habituales de la intimidad, dotada de una intensa libertad formal, de una funcionalidad vertiginosa. La intimidad del hogar es la de la involución en la relación doméstica y el hábito. La intimidad del automóvil es la del metabolismo acelerado del tiempo y el espacio, y es, a la vez, el lugar siempre posible del accidente en el que culmina en un azar, una posibilidad jamás realizada tal vez, pero siempre imaginada, siempre involuntariamente asumida de antemano, de esa intimidad consigo mismo, de esa libertad formal que tal vez nunca es tan hermosa como en la muerte. p. 76
El erotismo del automóvil; por consiguiente, no es el de un acercamiento sexual activo, sino el pasivo de una seducción narcisista de cada uno de los miembros de la pareja y de una comunión narcisista en el mismo objeto. p. 78
Todos los objetos y por consiguiente también el automóvil, se hacen mujer para ser comparados. Pero es el efecto de un sistema cultural. La fantasmatización profunda a nivel del automóvil es de otro orden. Según el uso que se haga y sus características (desde el coche de carreteras hasta la limusina cómoda) el automóvil se presta igualmente bien al significado de poderío como al de refugio, según que sea proyectil o morada. Pero, en el fondo, como todo objeto funcional mecánico, el automóvil es ante todo (y para todos, hombres, mujeres, niños) vivido como falo, como objeto de manipulación, de ciudadanos, de fascinación. p. 79
PARTE B
El sistema disfuncional o el discurso subjetivo
EL OBJETO MARGINAL, EL OBJETO ANTIGUO
los objetos singulares, barrocos, folklóricos, exóticos, antiguos Parecen contradecir las exigencias del cálculo funcional que también hacen parte de la modernidad y cobran sentido en ella.
El objeto antiguo es anestructural, niega la estructura y cumple con la función de significar el tiempo siendo los signos o indicios culturales del tiempo, el fin de su funcionalidad.
El tiempo del objeto mitológico es el perfecto: es lo que tiene lugar en el presente como si hubiese tenido lugar antaño, y lo que por esa misma razón está fundado en sí mismo auténtico. El objeto antiguo es siempre, en la acepción rigurosa del término, un retrato de familia.
El objeto funcional es eficaz, el objeto mitológico es consumado.
distinguir en la mitología del objeto antiguo dos aspectos: la nostalgia de los orígenes y la obsesión de la autenticidad.
La fascinación de lo que ha sido creado, es por eso único, puesto que el momento de la creación es irreversible.
El valor del objeto en la busca de su autenticidad lo adquiere cuando se apropia del ser, es decir, el objeto antiguo adquiera su significado, cuando sea testimonio de generaciones pasadas.
el objeto antiguo organiza el mundo según un modo interno, opuesto a la organización funcional en extensión, y teniendo como mira conservar, contra ésta última, la irrealidad profunda, sin duda esencial, del fuero interno.
El objeto antiguo, carece de exigencia de lectura, es leyenda puesto que lo que designa es en primer lugar su coeficiente mítico y de autenticidad.
En una civilización en la que la sincronía y diacronía tienden a organizar un control sistemático y exclusivo de lo real aparece (el objeto antiguo).
Testimonio de un fracaso relativo al sistema, esta dimensión regresiva encuentra de todas maneras refugio en el sistema, al cual, paradójicamente, permite funcionar.
Lo que el salvaje y el civilizado captan bajo formas de objeto, es una virtud, uno en fiado de modernidad técnica, el otro en fiado de ancestralidad.
Lo que le falta al hombre es significado en el objeto: en el subdesarrollado es el poderío lo que se fetichiza en el objeto técnico, en el civilizado técnico son el nacimiento y la autenticidad los que se fetichizan en el objeto mitológico.
Todo objeto antiguo es bello simplemente porque ha sobrevivido y se convierte por ello en signo de una vida anterior.
El pasado en su totalidad, entra en el circuito del consumo. E incluso en una suerte de mercado negro.
Hay una paradoja cultural, que es también una verdad económica: solo la imitación fraudulenta puede satisfacer todavía esta sed de autenticidad.
Es el mismo imperialismo el que somete a la naturaleza a través de los objetos técnicos y domestica a las culturas a través de los objetos antiguos.
El pasado en su totalidad, como repertorio de formas de consumo, se añade al repertorio de las formas actuales para constituir una suerte de esfera trascendente de la moda.
EL SISTEMA MARGINAL: LA COLECCIÓN
La posesión nunca es la posesión de un utensilio, pues este no nos remite al mundo, sino que es siempre del objeto abstraído de su función y vuelto relativo al sujeto. Todos los objetos poseídos son objeto de la misma abstracción y se remiten los unos a los otros en la medida en que no remiten más que al sujeto. Así, se constituye un sistema a través del cual el sujeto trata de reconstituir un mundo, una totalidad privada.
Todo objeto tiene dos funciones: ser utilizado y ser poseído.
El objeto estrictamente práctico cobra un estatus social: la maquina. El objeto puro, abstraído de su uso, cobra un status estrictamente subjetivo, se convierte en objeto de colección.
Solo una organización más o menos compleja de los objetos, que remita los unos a los otros, hace de cada objeto una abstracción suficiente para que pueda ser recuperado por el sujeto en la abstracción vivida que es el objeto de posesión.
El coleccionista no es sublime por la naturaleza de los objetos que colecciona, sino por su fanatismo.
Mientras que el coleccionista amaría los objetos en función de su sucesión en una serie, el amateur lo hace por su encanto diverso y singular, no es decisiva.
Los objetos son, aparte de la practica que tenemos, en un momento dado, otra cosa mas, profundamente relativa al sujeto, no sólo a un cuerpo material que resiste, sino un recinto mental en el cual yo reino, una cosa de la cual yo soy el sentido, una propiedad, una pasión.
La posesión nunca es la posesión de un utensilio, pues este nos remite al mundo, sino que es siempre la del objeto abstraído de su función y vuelto relativo al sujeto.
De tal manera el objeto tiene dos funciones: una la de ser utilizado y la otra la de ser poseído.
La colección se nos manifiesta como una compensación poderosa en ocasión de las fases criticas de la evolución sexual. Es exclusiva siempre de una sexualidad genital activa, pero no la sustituye pura y simplemente.pag 99
La conducta de coleccionamiento no equivale a una practica sexual, no apunta a una satisfacción pulsional (como el fetichismo), y sin embargo puede llegar a una satisfacción reaccional no menos intensa.
El hombre es por excelencia señor de un serrallo secreto en el seno de sus objetos. La relación humana, que es el campo de lo único y de lo conflictivo, nunca permite esta fusión de la singularidad absoluta y de la serie indefinida: de donde viene que sea fuente continúa de angustia.
Pues el objeto es el animal domestico perfecto. Es el único ser cuyas cualidades exaltan mi persona en vez de restringirla. En general los objetos son lo único existente cuya coexistencia es verdaderamente posible, puesto que sus diferencias no nos enfrentan unos a otros, como es el caso de los seres vivos, sino que convergen dócilmente hacia mí y se suman sin dificultad en la conciencia. El objeto es lo que mas se presta a ser personalizado y contabilizado a la vez.
El objeto, de este modo, es en sentido estricto un espejo: las imágenes que nos remite no pueden menos que sucederse sin contradecirse y es un espejo perfecto, puesto que no nos envía las imágenes reales, sino las imágenes deseadas.
La calidad específica del objeto, su valor de cambio, pertenece al dominio cultural y social, su singularidad absoluta, por el contrario, es algo que tiene como campo el ser poseído por mí; lo cual me permite reconocerme en él como ser absolutamente singular.
El objeto es símbolo, no de algún caso o valor exterior, sino, en primer lugar, de toda la serie de objetos de la cual es el término(al mismo tiempo que de la persona de la que es el objeto).
El objeto verdaderamente único, absoluto, hasta tal punto que no tenga antecedentes, que carezca de dispersión en cualquier serie que sea, es inconcebible. No existe como tampoco existe un sonido puro. Y tal y como las series de armónicos dan a los sonidos su cualidad percibida, así las series paradigmáticas mas o menos complejas dan a los objetos su cualidad simbólica al mismo tiempo que, en el campo de la relación humana, su calidad de dominio y de juego.
Un objeto no se opone nunca a la multiplicación del mismo proceso de proyección narcisista sobre un número indefinido de objetos, sino que por lo contrario lo impone, por lo cual se presta a la realización de un entorno total.
Por eso el entorno de objetos privados y su posesión (cuyo punto extremo es la colección) es una dimensión tan esencial como imaginaria de nuestra vida. Tan esencial como los sueños.
El sistema puede llegar entonces hasta la destrucción, que es auto destrucción del sujeto. Rheims cita el caso de ejecuciones violentas de colecciones, en una especie de suicidio por imposibilidad de llegar a circunscribir la muerte.
La colección, por su parte, emerge hacia la cultura: tiene como mira objetos diferenciados, que a menudo tienen valor de cambio, que son también objetos de conservación, de trafico, de ritual social, de exhibición, y quizá, incluso, fuente de ganancias.
Los objetos no nos ayudan solamente a dominar el mundo por su inserción en series instrumentales, sino que nos ayudan también, por su inserción en series mentales, a dominar el tiempo, al descontinuarlo y a clasificarlo conforme al mismo modo que a los hábitos.
El objeto reloj devora el tiempo al sustantificarlo y al dividirlo lo convierte en un objeto consumido.
A través del reloj de pulsera, el tiempo señala como dimensión misma de mi objetivación y, a la vez, como un bien domestico.
La colección expresa el perpetuo recomenzar de un ciclo dirigido, en el que el hombre juega a cada instante, partiendo de cualquier término y seguro de regresar, el juego del nacimiento y de la muerte.
El tiempo es objetivamente irreversible .
Lo que el hombre encuentra en los objetos no es la seguridad de sobrevivir, sino la de vivir en lo sucesivo, continuamente, conforme a un modo cíclico y controlado, el proceso de su existencia y rebasar así, simbólicamente, esta existencia real en la que el acontecimiento irreversible se le escapa.
Lo que el celoso encierra y guarda para si en la efigie de un objeto es su propia libido, que trata de conjurar en un sistema de reclusión.
PARTE C
Gadgets y robots
LA CONNOTACION TECNICA: EL AUTOMATISMO
El automatismo es el objeto que cobra una connotación de absoluto en su función particular.
LA TRASCENDENCIA FUNCIONAL
El grado de perfección de una maquina es considerado como proporcional a su grado de automatismo.
Para hacer automático un objeto practico, hay que estereotiparlo en su función y fragilizarlo.
De tal manera, el automatismo es una suerte de cierre, una redundancia funcional que arroja al hombre a una irresponsabilidad espectadora. Es el sueño de un mundo dominado, de una tecnicidad normalmente consumada al servicio de una humanidad inerte y soñadora.
El automatismo es rey y la fascinación que ejerce es tan grande porque no es la de una racionalidad técnica: lo experimentamos como un deseo fundamental, como la verdad imaginaria del objeto respecto de la cual su estructura y su función concreta nos dejan muy indiferentes.
Ya no son sus gestos, su energía, sus necesidades, la imagen de su cuerpo lo que el hombre proyecta sobre los objetos automatizados, es la autonomía de su conciencia, su poder de control, su individualidad propia, la idea de su persona.
De esta supra funcionalidad de la conciencia el automatismo se indica, en el fondo, como el equivalente en el objeto. También se propone como el non plus ultra del objeto, una suerte de trascendencia de la función, corolario de la trascendencia formal de la personal.
El automatismo no es sino la personalización soñada al nivel del objeto.
ABERRACIÓN FUNCIONAL: EL GADGET
El automatismo en sí tan sólo es una desviación técnica, pero se abre sobre el universo entero del delirio funcional. Se abre sobre todo el campo de los objetos fabricados en el que entra en juego la complicación irracional, la obsesión por el detalle, la tecnicidad excéntrica y el formalismo gratuito. En esta zona poli, para, híper y meta funcional, el objeto, lejos de las determinaciones objetivas, es capturado esta vez, enteramente, por lo imaginario.
El barroco, con su predilección por la alegoría, con su nuevo individualismo del discurso, por la redundancia de las formas y la falsificación de las materias, con su formalismo demiúrgico, es el que inaugura verdaderamente la época moderna, al resumir de antemano, en el plano artístico, todos los temas y los mitos de una era técnica, sin exceptuar el paroxismo formal del detalle y del movimiento.
El equilibrio técnico del objeto queda roto: se desarrollan demasiadas funciones accesorias en las que el objeto no obedece más que a la necesidad de funcionar, a la superstición funcional: para cualquier operación hay, tiene que haber, un objeto posible; si no existe, hay que inventarlo.
Por simple combinatoria de estereotipos técnicos, se crean objetos de una función extraordinariamente especificada y perfectamente inútil. ( ) estos objetos son subjetivamente funcionales, es decir, obsesionales; y la acción inversa, estética, que omite la función para exaltar la belleza del mecanismo puro viene a ser lo mismo.
Como toda obsesión, por lo demás, esta puede revestir una calidad poética, la cual experimentamos, ( ) en todos los objetos de los que no recordamos para qué pueden servir y conservamos tan sólo la fascinación emocionante de su mecanismo. Lo que no sirve ya para nada siempre puede servirnos.
SEUDOFUNCIONALISMO: EL CHISME
Todo chisme está dotado de virtud funcional
Lo que antaño no era sino excentricidad encantadora y neurosis individual, en la etapa serial es industrial se convierte en una desestructuración cotidiana e incesante del espíritu enloquecido o exaltado por los detalles
En nuestra civilización hay cada vez más objetos y cada vez menos términos para designarlos.
Si maquina pertenece al dominio de la lengua funcional, chisme pertenece al dominio subjetivo de la palabra
Cual es este ese misterio funcional de los objetos?.... ES la obsesión vaga, pero tenaz, de un mundo maquina, de una mecánica universal
El significado real del chisme, es la naturaleza, por entero, reinventada conforme al principio técnico de realidad, es un simulacro total de naturaleza autónoma.
Lo esencial es que el mundo nos sea dado como operado de antemano.
La verdadera funcionalidad del chisme pertenece al orden del inconsciente: de ahí proviene la fascinación que ejerce.
Los modos de lo imaginario siguen a los modos de la evolución técnica
Cualquiera que sea el funcionamiento del objeto, lo experimentamos como NUESTRO funcionamiento.
METAFUNCIONALIDAD: EL ROBOT
La ciencia-ficción no es sino la extrapolación de esta última en sus tendencias irracionales gracias a la fabulación libre.
Si el robot es para el inconsciente el objeto ideal que los resume a todos, no es simplemente porque sea el simulacro del hombre en su eficiencia funcional, sino que, aun siendo esto, no es lo bastante perfecto como para ser el doble del hombre, y sigue siendo, a pesar de ser como el hombre, muy evidentemente un objeto y, por ello, un esclavo.
El robot puede tener todas las cualidades, salvo una, que constituye la soberanía del hombre: el sexo.
El robot está fijado en la semejanza con el hombre y en la abstracción funcional a toda costa.
LOS AVATARES DE LA TECNICA
Replantear el problema de la fragilidad de los objetos, de su defección: si se nos ofrecen al principio como tranquilizantes, como factores de equilibrio, aunque neurótico, son también un factor constante de defección
Poner en tela de juicio, nuevamente , la hipótesis implícita en nuestra sociedad de una racionalidad de los fines y de los medios e el orden de producción y el proyecto técnico mismo
el estancamiento moral transfigura el avance técnico y hace de él único valor seguro, la instancia definitiva de nuestra sociedad: en virtud de eso se encuentra eximido del orden de producción
hombre y técnicas, necesidades y objetos se estructuran recíprocamente para bien y para mal
el progreso objetivo de las técnicas sufre los mismo bloqueos, las mismas desviaciones y las mismas regresiones que le proceso de socialización concreta de las relaciones humanas, por consiguiente, del progreso objetivo de la sociedad
Sobre estos elementos anestructurales se organiza todo el circuito social de la moda y el consumo dirigido
los cambios de forma y de estilo son los signos de una falta de madurez. Indican un periodo de transición, pero el capitalismo ha hecho de este periodo permanente.
los perfeccionamientos de menor importancia, complicación y sistemas anexos alimentan una falsa conciencia de progreso y enmascaran necesidad apremiante de transformación esenciales
en su función concreta, el objeto es solución a un problema práctico. en sus aspectos inesenciales es solución a un conflicto social o psicológico
las maquinas en cierto sentido han sancionado la ineficacia social
se distinguen 3 niveles de evolución: una estructuración técnica del objeto; convergencia de las funciones, integración, concreción, economía, una estructuración paralela del mundo y de la naturaleza: el espacio vencido, la energía controlada, la materia movilizada; un mundo cada vez más informado e interrelacional; una estructuración de la praxis humana, individual y colectiva, hacia una relatividad y una movilidad cada vez más grande.
LA TECNICA Y EL SISTEMA INCONSCIENTE
si connotación y personalización, moda y automatismo, convergen sobre los elementos anestructurales de que se vale la producción para sistematizar la motivación irracional, es tal vez también porque no hay en el hombre ni voluntad segura, ni posibilidad de rebasar estas estructuras ardaleas de proyección o más simplemente que hay una resistencia profunda a sustituir la finalidad contingente de las necesidades por una racionalidad.
En su formalidad el objeto es una solución a un problema práctico.
Las maquinas en cierto sentido han saciado la influencia social.
El camino más fácil es el de un sistema de objetos que se interpone como solución imaginaria a las contradicciones de toda laya. Que pone en corto circuito, valga la expresión, un orden técnico y al orden de las necesidades individuales, corto circuito en el que se agotan las energías de los dos sistemas.
El sistema de los objetos ejemplifica esta sistemática de la fragilidad de lo efímero, de la recurrencia cada vez más breve y de la compulsión de repetición.
PARTE D
El Sistema Socio ideológico de los objetos y del
consumo
I MODELOS Y SERIES
EL OBJETO PREINDUSTRIAL Y EL MODELO INDUSTRIAL
El status del objeto moderno está dominado por la oposición MODELOSERIE. En cierta medida, siempre ha sido así
es más grande la segregación entre un sector de objetos que puede valerse
del estilo y la producción local que no tiene más que un estricto valor de uso
el modelo sigue siendo absoluto, ligado a una
trascendencia. Ninguna serie se desprende de él, en el sentido moderno en que la entendemos
El orden social asigna su status a los objetos. Se es noble o no se es, el noble no es el término privilegiado de una serie social, su nobleza es una gracia que lo distingue absolutamente. El equivalente para los objetos de esta
concepción trascendente es lo que llamamos el estilo.
Es importante hacer la distinción entre los objetos de estilo preindustriales y los modelos actuales
existen en el mercado interiores armonizados, funcionalizados.
Se los proponen también como funcionales (lo que nunca habría hecho un mueble de estilo) y como accesibles a todos, de derecho
El objeto pasa por todos los colores del prisma social
EL OBJETO PERSONALIZADO
La función del objeto absorbe en gran medida las diferencias de status que terminan por agotarse en la alternación modelo de lujomodelo de serie (esta oposición señala el punto de menor resistencia de la noción de modelo)
La Elección
Ningún objeto se ofrece al consumo en un solo tipo
Lo que se le puede negar a uno es la posibilidad material de comprarlo
como una gracia colectiva y como signo de una libertad formal, es la elección. En esta disponibilidad descansa la personalización.5
no tenemos siquiera la posibilidad de no elegir y de comprar simplemente un objeto en función del uso, pues ningún objeto se propone hoy en día al grado cero de la compra. De grado o por fuerza, la libertad de elegir
que tenemos nos obliga a entrar en el sistema cultural
El simple hecho de elegir tal o cual objeto para distinguirse de los demás es en sí mismo un servicio social (Stuart Mill)
La diferencia marginal
ningún objeto se propone como objeto de serie, sino que todos se nos ofrecen como modelos. El menos importante de los objetos se distinguirá de los demás por una diferencia: color, accesorio, detalle. Esta diferencia será dada siempre como específica
La diferencia marginal, por consiguiente, no es sólo marginal, sino que contraría la esencia del ser técnico. La función de personalización
no es solamente un valor añadido, es un valor parasitario
todas estas diferencias específicas son recuperadas a su vez y señalizadas en la producción industrial. Es esta serialidad secundaria la que constituye la moda. Finalmente, todo es modelo y ya no hay modelos
LA IDEALIDAD DEL MODELO
la realidad serial del objeto está continuamente negada y desconocida en provecho del modelo
Es esencial que el modelo no sea más que la idea del modelo.
Personalización e integración van de la mano. Es el milagro del sistema.
DEL MODELO A LA SERIE
El déficit técnico
Porque el sistema ascendente de valoración diferencial por referencia al modelo ideal enmascara evidentemente la realidad inversa de la desestructuración y de la descalificación en masa del objeto de serie por relación al modelo real
De todas las servidumbres que afectan al objeto de serie, la más evidente es la que concierne a su duración y a su calidad técnica
Todas las innovaciones y los juegos de la moda hacen al objeto más frágil y más efímero, PERO EL OBJETO NO DEBE ESCAPAR A LO EFÍ-
MERO Y A LA MODA. Ésta es la característica fundamental de la serie: el objeto está sometido a una fragilidad organizada. En un mundo de abundancia (relativa) es la fragilidad la que sucede a la escasez o rareza como dimensión de lo que falta
EL OBJETO NO DEBE ESCAPAR A LA MUERTE
El déficit de estilo
El modelo tiene una armonía, una unidad, una homogeneidad, una coherencia de espacio, de forma, de sustancia, de función, es una sintaxis
La Diferencia de Clases
Lo que se da como estilo no es en el fondo más que un estereotipo, generalización sin matices de un detalle o de un aspecto particular
El Privilegio De La Actualidad
en la sociedad de consumo las generaciones de objetos mueren pronto, para que otros ocupen su lugar; y si la abundancia crece, es siempre dentro de los límites de una escasez calculada
La desventura de la persona
es claro que el sujeto, por su exigencia misma de ser sujeto, no hace sino constituirse en objeto de la demanda económica
Las diferencias específicas son producidas industrialmente y por ello la elección que puede realizar está petrificada de antemano: lo que queda es sólo la ilusión de una distinción personal
Ideología de los modelos
En nuestra sociedad de consumo nos encontramos cada vez más lejos de una igualdad ante el objeto
Es un engaño hacer del modelo un punto ideal que la serie llegará a alcanzar
Tal sociedad, lanzada al progreso tecnológico, lleva a cabo todas las revoluciones posibles, pero son revoluciones sobre sí misma. Su productividad acrecentada no desemboca en ningún cambio estructural.
II CRÉDITO
DERECHOS Y DEBERES DEL CIUDADANO CONSUMIDOR
Si bien los objetos se ofrecen hoy bajo el signo de la diferenciación
y de la elección
Y de la misma manera en que, si el objeto le parece a uno bello y de buen precio, la elección, en cambio, se le ofrece a uno, así como se le ofrecen las facilidades de pago
El crédito se sobreentiende como un derecho del consumidor, y en el fondo como un derecho económico del ciudadano.
El sistema del crédito no afecta de derecho al objeto de serie más que al modelo
una suerte de pudor se ha experimentado en el crédito, la presencia de un peligro moral ( ) Pero se puede reconocer que esta resistencia psicológica va disminuyendo progresivamente. Allí donde persisten, son supervivencias de la noción tradicional de propiedad
El usuario a crédito aprende poco a poco a utilizar con entera libertad el objeto como si fuese el suyo. Hasta el punto de que el momento mismo en que lo paga es aquel en el que se ha gastado: los plazos del objeto están ligados a los plazos de su duración
LA PRECESIÓN DEL CONSUMO: UNA ÉTICA NUEVA
No hace mucho tiempo aún la compra del comedor, del automóvil, era el término de un largo esfuerzo de economía. Se trabaja soñando con adquirir: la vida es vivida conforme.
Hoy en día, los objetos se encuentran allí antes de haber sido ganados, son un anticipo de la suma de esfuerzos y de trabajo que representan, su consumo precede, por así decirlo, a su producción.
Si antes era el hombre el que imponía su ritmo a los objetos, hoy en día son los objetos los que imponen sus ritmos discontinuos a los hombres, su manera discontinua de estar allí, de descomponerse o de sustituirse unos a otros sin envejecer.
EL CONSTREÑIMIENTO DE COMPRA
El consumidor moderno integra y asume espontáneamente este constreñimiento sin fin: comprar para que la sociedad siga produciendo, para que pueda continuar trabajando el hombre a fin de poder pagar lo que ha comprado.
No cabe duda que el orden de la producción vive primero de la explotación de la fuerza de trabajo, pero hoy se refuerza con este consenso circular
En cada hombre, el consumidor es cómplice del orden de producción, y no guarda relación con el productor (que simultáneamente es él mismo) que es su víctima.
EL MILAGRO DE LA COMPRA
Comprar a crédito equivale a la apropiación total de un objeto por una fracción de su valor real. Una inversión mínima por una ganancia maravillosa.
AMBIGÜEDAD DEL OBJETO DOMÉSTICO
los objetos no tienen como destino, de ninguna manera, el ser poseídos y usados, sino solamente el ser producidos y comprados. O dicho de otra manera, no se estructuran en función de las necesidades, ni de una organización más racional del mundo, sino que se sistematizan en función exclusiva de un orden de producción y de integración ideológica.
III LA PUBLICIDAD
DISCURSO SOBRE LOS OBJETOS Y DISCURSO-OBJETO
Hay que distinguir esta doble determinación: es discurso acerca del objeto y objeto ella misma.
EL IMPERATIVO Y EL INDICATIVO PUBLICITARIOS
La publicidad se propone como tarea informar de las características de un determinado producto y fomentar su venta. Esta función objetiva es, en principio, su función primordial.
LA LÓGICA DE SANTA CLAUS
Quienes recusan el poder de condicionamiento de la publicidad (de los mass media en general) no han captado la lógica particular de su eficacia, que no es una lógica del enunciado y de la prueba, sino una lógica de la fábula y de la adhesión ( ) Sin embargo, sin creer en este producto, creo en la publicidad que me quiere hacer creer.
LA INSTANCIA MATERNAL: EL SILLÓN AIRBONE
Antaño las normas morales querían que el individuo se adaptase al conjunto social, pero ésta es la ideología petrificada de una era de producción: en una era de consumo, o que pretende serlo, es la sociedad global la que se adapta al individuo. No sólo se adelanta a sus necesidades, sino que se toma el cuidado de adaptarse, no a alguna de sus necesidades, sino a él mismo personalmente.
Lo que la publicidad añade a los objetos, sin la cual no serían lo que son es el calor. ( ) El objeto lo tiene a uno presente, lo quiere. Y porque lo quieren, uno se siente que existe: queda uno personalizado.
Esto es lo esencial: la compra misma es secundaria. Si la abundancia de productos pone fin a la rareza o escasez, la profusión publicitaria pone fin a la fragilidad. ( ) Entonces se ve uno enfrentado a su propia inexistencia, su mala fe, su ingratitud y su angustia.
EL FESTIVAL O PODER DE COMPRA
La publicidad desempeña el papel de anuncio permanente del poder de compra, real o virtual, de la sociedad global. ( ) Al mecanismo de la compra (investido ya de carga libidinal) lo sustituye toda una erotización de la elección y del gasto.
Hay en esto una función reguladora esencial. Como los sueños, la publicidad fija y desvía un potencial imaginario. Como los sueños, es una práctica subjetiva e individual.
Una de las primeras reivindicaciones del hombre, en su acceso al bienestar, es la de que se ocupen de sus deseos, de formularlos, y de dotarlos de imágenes ante sus ojos (esto es, o llega a ser, un problema en un país socialista). La publicidad cumple esta función útil, regresiva, inesencial, pero profundamente requerida.
GRATIFICACIÓN Y REPRESIÓN: LA DOBLE INSTANCIA
El objeto es un servicio, es una relación personal entre la sociedad y usted
La publicidad apunta a un mismo proceso de regresión más acá de los procesos sociales reales, de trabajo, de producción, de mercado y de valor, que amenazaría con perturbar esta integración milagrosa
En una sociedad industrial, la división del trabajo disocia ya al trabajo de su producto. La publicidad corona este proceso al disociar radicalmente, en el momento de la compra, el producto de bien de consumo
La publicidad no omite tan cuidadosamente los procesos objetivos, la historia social de los objetos, si no para imponer mejor a través de la instancia social imaginaria el orden real de producción y de explotación
La sociedad se vuelve maternal para preservar mejor un orden de constreñimiento
Vemos el enorme papel político que desempeña la difusión de los productos y las técnicas publicitarias
Los signos publicitarios nos hablan de los objetos, pero sin explicarlos con vistas a una praxis, en efecto remiten a los objetos reales como a un mundo ausente
La lectura no transitiva, se organiza en un sistema específico de satisfacción, pero en el cual actúa sin cesar la determinación de ausencia de lo real: la frustración
La imagen crea un vacio, apunta a una ausencia, y por ello es evocadora.
La mirada es presunción de contacto, la imagen y su lectura son presunción de posesión
En el fondo, la imagen y su lectura no son de ninguna manera, el camino más corto hacia un objeto sino hacia otra imagen
El signo publicitario acredita al orden social en su doble determinación de gratificación y de represión
Gratificación, frustración: las dos vertientes inseparables de la integración
Instaura, bajo el signo de la publicidad, el reino de una libertad del deseo
En la sociedad de consumo la gratificación es inmensa, la represión es inmensa también; ambas las recibimos en la imagen y en el discurso publicitario, poniendo en juego el principio represivo de realidad en el corazón mismo del placer
LA PRESUNCIÓN COLECTIVA
Lejía Pax
El ejemplo de Pax es claro: la publicidad pretende socializar a los individuos con fundamento en un producto cuya compra y uso, precisamente remite cada uno a su esfera individual
la nostalgia colectiva sirve para alimentar la rivalidad individual
El concurso publicitario
concursos acompañados de una pregunta selectiva: pregunta ¿cuantas preguntas acertadas se darán en nuestro concurso?
La suma de las personas susceptibles de participar en este concurso o tener éxito en el que se convierte en instancia discriminatoria y es la adivinación de esta instancia, la identificación con éxito del individuo a este azar colectivo lo que se convierte en criterio del éxito
Garap
Si consumimos el producto en el producto, consumimos su sentido en la publicidad
Se ha convertido en u indicativo de toda una sociedad
La publicidad como GARAP es la sociedad de masas que, a través de un signo arbitrario, sistemático provoca la sensibilidad, moviliza las conciencias y se reconstituye en este proceso mismo en su calidad de colectivo
El condicionamiento serial
La competencia, que en otro tiempo, bajo el signo de la libertad, fue la regla de oro de la producción se ha traspuesto en nuestros días, al infinito, al dominio del consumo
En efecto, podemos pensar que la ideología de la competencia está consagrada, en este dominio (el dominio del consumo), al mismo proceso, y por lo tanto al mismo fin, que en el dominio de la producción
La libertad por omisión
La ideología de la competencia pierde terreno hoy, por doquier, ante una filosofía del logro personal
El Leitmotiv ya no es el de la competencia selectiva, es el de la personalización para todos. Al mismo tiempo la publicidad ha pasado de una práctica comercial a una teoría de la praxis de consumo, teoría que remata el edificio entero de la sociedad
el sistema de consumo constituye un lenguaje auténtico, una cultura nueva. Del tal manera se opone al nihilismo del consumo un nuevo humanismo del consumo
Este permiso concedido al consumidor de disfrutar libremente de la vida, la demostración de su derecho a rodearse de los productos que enriquecen su existencia, y le causan placer, debe ser uno de los temas primordiales de toda publicidad y de todo proyecto destinado a fomentar las ventas
¿el fin de la publicidad es liberar al hombre de su resistencia a la dicha o promover las ventas? ¿Se quiere organizar la sociedad en función de la satisfacción, o en función de la ganancia?
No le conceden más que la resolución de las tensiones, es decir, una libertad por omisión o falta: cada vez que surge una diferencia de tensión que, al engendrar un sentimiento de frustración, concede a obrar, se puede esperar que un producto suprimirá esta tensión al responder a las aspiraciones de un grupo
Peligrosa es la libertad de ser, que levanta al individuo contra la sociedad. Pero inofensiva es la libertad de poseer, pues ésta entra en el juego sin saberlo ( ) Es el ser social perfecto
la publicidad filosófica le impone, en lo sucesivo, el ajustarse a sí mismo, la obligación de resolver sus conflictos
¿UN NUEVO LENGUAJE?
¿el sistema objetos-publicidad constituye un lenguaje? Toda esta filosofía ideal consumidora está fundada en la sustitución de la relación humana, viviente y conflictiva, por una relación personalizada con los objetos
¿Informan los objetos a las necesidades y las estructuras de una manera nueva? Recíprocamente ¿informan las necesidades a las nuevas estructuras sociales por la mediación de los objetos y de su producción? Si la respuesta es afirmativa se puede hablar de lenguaje, si es negativa, todo esto no es sino idealismo tramposo de gerentes
Estructura y desmembración: la marca
La compra no tiene nada de cambio libre y viviente. Es una operación predeterminada en la que se enfrentan dos sistemas irreductibles: el mutable, incoherente del individuo ( ) y el codificado, clasificado, discontinuo, relativamente coherente de los productos en toda su positividad.
Pero para que haya lenguaje se necesita una sintaxis. Con los objetos de consumo de masa no tenemos más que un repertorio
El sistema de los objetos impone su coherencia y adquiere, de tal modo, el poder de modelar una civilización
Como los productos tienen una coherencia mayor, son las necesidades las que refluyen sobre ellos y, fragmentándose, discontinuándose se insertan difícil y arbitrariamente, en las rejilla de los objetos
si el lenguaje ( ) conserva siempre la posibilidad de los esencial y de una síntesis de intercambio, el sistema objeto-publicidad, por su parte, invadido por lo esencial, por un mundo desestructurado de necesidades, se contenta con satisfacer en detalle, sin instituir jamás nuevas estructuras de intercambio colectivo
la diferentes marcas y modelos ayudan a las personas a expresar su propia personalidad
es así como las personas se definen por relación a sus objetos ( ) éstos no constituyen un lenguaje sino una gama de criterios distintivos más o menos arbitrariamente indicados por una gama de personalidades estereotipadas
los objetos son categorías de objetos que inducen muy tiránicamente categorías de personas
El concepto de marca ( ) resumen muy bien las posibilidades de un lenguaje del consumo.
La función de la marca es la de señalar el producto, su función segunda es la de movilizar las connotaciones afectivas
etiqueta psicológica. Finalmente, es el único lenguaje que nos habla del objetos, el único que haya inventado
El discurso publicitario no hace sino suscitar el deseo para generalizar en los términos más vagos
Esta evocación estereotipada de las fuerzas profundas equivale, simplemente, a una censura
Lo que está personalizado en el objeto es, en primer lugar, la censura
No libera las pulsiones, sino que moviliza ante todo, los fantasmas que bloquean estas pulsiones
los conflictos interiores mismos, las fuerzas profundas, están movilizadas y alienadas en el proceso de consumo tal como lo está la fuerza de trabajo en el proceso de producción
la censura se ejerce a través de las conductas libres
Un código universal: el standing
El sistema objetos-publicidad ( ) tiene la pobreza y la eficacia de un código. No estructura la personalidad: la designa y la clasifica. No estructura la relación social: la descompone en un repertorio jerárquico. Se formaliza en un sistema universal de puntos de referencia del status social: el código del standing.
la función colectiva de la publicidad es la de convertirnos
Este código es moral ( ) Este código es totalitario, nadie escapa a él
No es más arbitrario que otros
Constituye una socialización, una secularización total de los signos de reconocimiento
Constituye por primera vez en la historia un sistema de signos y de lectura universal
Esta universalización y esta eficacia se obtienen al precio de una simplificación radical, de un empobrecimiento, de una regresión casi definitiva del lenguaje del valor
la obligación de referencia única no hace sino exacerbar el deseo de la discriminación
Este código nos da la imagen de una falsa transparencia, de una falsa legibilidad de las relaciones sociales
si aporta una tranquilización formal por su coherencia, es también el medio mejor para la sociedad global, de extender su jurisdicción, inmanente y permanente sobre todos los individuos.
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