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Écheme el Cuento

Once reglas cardinales

Once reglas cardinales

Podría haber pasado a Proust, a Orwell, a Austen, Whitman, claro, a Hemingway, quien escribió no menos de 47 finales diferentes para Adiós a las armas. El punto es que la escritura es una suerte de magia con las palabras, los buenos escritores encuentran el ritmo y la melodía para hechizar, pero siempre en una armonía gobernada por reglas. Contar una buena historia tiene algo de mágico. Pero una vez se echa a andar la ficción, es necesario respetar las reglas, como en el ajedrez.

Van once criterios para escribir cuentos que se atienen a la regla de que el qué en la literatura depende del cómo.

  • 1) Conocer la diferencia entre un tema y una historia, que es la siguiente: Un tema está sentado, una historia anda. Un tema es una promesa, una historia es algo que se conecta al corazón. Por ejemplo: me despidieron del trabajo, es un tema. Ayer me despidieron de mi trabajo y al desayuno ya tenía lista una venganza, es el comienzo de una historia.
  • 2) No volar en solitario. Descubre los mejores escritores y estúdielos como un detective. Averigue cómo atacaron el problema. Ellos son sus entrenadores. Recuerde, cuando escribimos, somos lo que leemos.
  • 3) Aclarar desde comienzo, que los personajes son como los gatos, no están al servicio del autor; el autor está al servicio de los personajes. Hay que verlos, sentirlos, olerlos, tocarlos, saber qué quieren, a dónde van, saberlo todo, absolutamente todo de ellos. Es lo único que permite interpretarlos bien en el acto de escribirlos.
  • 4) En la narrativa, los obstáculos son síntoma de que la cosa va por buen camino. Nunca opte por la ley del menor esfuerzo, no sea facilista, no le saque el cuerpo al obstáculo, identífiquelo. Y luego revise la escena donde lo ha encontrado, y haga variaciones. La técnica del ensayo error, ayuda.
  • 5) Todo el prestigio de la escritura literaria se resuelve en la escena. Actúe como un director de cine, o como un director de arte.  
  • 6) De la idea primigenia, vaya al diseño, ensaye un primer párrafo y luego cuente la historia de un tirón, como le salga. Olvídese de toda las técnicas. Haga una línea del tiempo, defina el tiempo narrativo. El diseño no puede ser una camisa de fuerza. Si en la marcha encuentra algo mejor, rediseñe la historia. Trabajar con diseño ahorra tiempo, y da lugar a empeñarse a fondo con la prosa.  

  • 7) Sostener una razón de eficiencia 10 a 1 . Diez páginas de borrador por una limpia, que tendrá que reescribir hasta que al texto no le falte ni le sobre una coma.
  • 8) Leer como un ladrón. Subrayar cosas buenas, y leerlas una y otra vez, hasta  averiguar cómo lo hicieron. Cuando usted encuentre un pasaje, una imagen o descripción que se deje amar, anótelo en una tarjeta y mantenga todas las tarjetas en un solo lugar.
  • 9) No haga caso de la pequeña crítica. Aquella que señala que las frases son cortas, y deja escapar la falta de ritmo del primer párrafo. La que señala los adverbios terminados en mente y deja escapar un mal final.
  • 10) Escuchar atentamente la gran crítica. Aquella que señala los verdaderos problemas del texto. La que sabe dónde cojea, la que advierte la más mínima inconsistencia argumental. La que mete el dedo en la herida, la que demuele la estructura, porque sabe llegar a la fisura principal. No importa que la crítica sea dura, si es capaz de encontrar el problema. No espere que tras criticarlo le den soluciones. Encontrarlas es su oficio.
  • 11) Si se bloquea, si se atasca, escriba, aunque sea mal. No se deje sacar del ring. Cuando uno se bloque es porque no encuentra la solución, ý la solución no llega más que trabajando y no dejando perder la actitud. Tenga varios proyectos simultáneos. Disponga siempre de nuevo material. Insista hasta sentir el clic. Escriba sobre el hecho de estar bloqueado. Todos lo hemos estado alguna vez. La creatividad consiste en encontrar conexiones nuevas.

 

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