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Écheme el Cuento

Ciencia ficción y fantasía

Ciencia ficción y fantasía

Para hablar de Ciencia Ficción debemos primero tener en cuenta que tenemos un mundo ficticio; este es el primer paso...Es nuestro mundo desfigurado por el esfuerzo mental del autor, nuestro mundo transformado en otro que no existe o que aún no existe. Este mundo debe diferenciarse del real al menos en un aspecto que debe ser suficiente para dar lugar a acontecimientos que no ocurren en nuestra sociedad o en cualquier otra sociedad del presente o del pasado. Una idea coherente debe fluir en esta desfiguración; quiero decir, que la desfiguración ha de ser conceptual, no trivial o extravagante...Esta es la esencia de la ciencia ficción, la desfiguración conceptual que, desde el interior de la sociedad, origina una nueva sociedad imaginada en la mente del autor, plasmada en letra impresa y capaz de actuar como un mazazo en la frente del lector, lo que llamamos el shock del no reconocimiento. El sabe que la lectura no se refiere a su mundo real.

Ciencia Ficción no puede ser definida como "un relato, novela o drama ambientado en el futuro", desde el momento en que existe algo como la aventura espacial, que está ambientada en el futuro pero no es ciencia ficción; se trata simplemente de aventuras, combates y guerras espaciales que se desarrollan en un futuro de tecnología superavanzada. ¿Y por que no es ciencia ficción? Lo es en apariencia... Sin embargo, la aventura espacial carece de la nueva idea diferenciadora que es el ingrediente esencial. Por otra parte, también puede haber ciencia ficción ambientada en el presente: los relatos o novelas de mundos alternos. De modo que si separamos la ciencia ficción del futuro y de la tecnología altamente avanzada, ¿a que podemos llamar ciencia ficción?

sin embargo si tratamos de separar la fantasía de la ciencia ficción. Es imposible, y una rápida reflexión nos demostrará. Fijémonos en los personajes dotados de poderes paranormales; fijémonos en los mutantes que Ted Sturgeon plasma en su maravilloso "Más que humano". Si el lector cree que tales mutantes pueden existir, considerará la novela de Sturgeon como ciencia ficción. Si, al contrario, opina que los mutantes, como los brujos y los dragones, son criaturas imaginarias, leerá una novela de fantasía. La fantasía trata de aquello que la opinión general considera imposible: la ciencia ficción trata de aquello que la opinión general considera posible bajo determinadas circunstancias. Esto es, en esencia, un juicio arriesgado, puesto que no es posible saber objetivamente lo que es posible y lo que no lo es, creencias subjetivas por parte del autor y del lector...

«Todo en la vida es mierda y ahora estamos ciegos en la noche, atentos y sin comprender»

«Todo en la vida es mierda y ahora estamos ciegos en la noche, atentos y sin comprender»

Harold Alvarado Tenorio

El pozo (1939), de Juan Carlos Onetti Borges (Montevideo, 1909-1994) rompió las convenciones literarias de su tiempo anunciando la nueva novela. Nadie había narrado hasta entonces con lirismo tan cruel y amordazado [«Todo en la vida es mierda y ahora estamos ciegos en la noche, atentos y sin comprender»] el desarraigo del hombre, en el mismo momento que el mundo se venía abajo con el auge del nazismo, los estragos de la Gran Guerra y los conflictos económicos e ideológicos de entonces, con sus oligarquías dominantes, sus dictadores y caciques.
Este libro hondamente pesimista, creó, en Eladio Linacero, el arquetipo del antihéroe onetiano, «sólo y entre la mugre». Soñador, enamorado de la juventud y la inocencia, no encuentra otra forma de realizar su sueño que raptando una adolescente, Ana María. Lázaro, el militante, tiene un ideal; Cordes, el poeta, sus bellos pensamientos, pero para Eladio no hay sino un sentido de culpa y la certeza de vivir aislado en un mundo de eterna oscuridad.

La vida breve (1950) es una larga novela que marca el punto culminante de su carrera como narrador. No sólo cuenta la vida novelesca de un novelista, Juan María Brausen, sino la novela o el guión cinematográfico que escribe, la crónica que hace durante el relato que Onetti hace de su vida y que llega a confundirse con ella, trascendiéndola y salvándola. El personaje central es un alienado e introspectivo publicista que vive con su esposa, [Gertrudis, que ha perdido un seno a causa de un cáncer], una atroz intimidad de mutuo desamor. Al ser cesado del trabajo, incapaz de enfrentar la nueva situación cae en una serie de fantasías, o argumentos, tratando de dar sentido a la confusión: unas veces es el bandido Arce, que vive con una prostituta y vende drogas en las calles, o el médico cínico Díaz Grey, para quien Brausen inventa un amor con la joven Elena Sala y un completo escenario: un lúgubre puerto de río llamado Santa María. De esa manera Brausen lleva a cabo su batalla contra el anonimato, queriendo vivir y morir sin memoria.

Puerto de Santa María es el lugar, la tierra, el nombre feliz lleno de sol, de gentes, de árboles y soledad donde el autor y los personajes hallan salvación. Una ciudad irreal, limbo terrestre donde viven el tormento de la vida breve sin importarles el futuro, ausentes de pasado y sin necesidad ni interés por comunicar algo a los otros. En Santa María los personajes existen absortos en un tiempo que es un presente invulnerable al pasado y al futuro. De allí que mientras Brausen escribe una novela, Onetti escriba la que leemos y los personajes tengan que huir de Buenos Aires o de Montevideo, a Santa María, para encontrar libertad, porque sospechan que es el otro mundo, un país de maravilla, una ciudad literaria.

Santa María está hecha de los sueños de Brausen como Brausen de los sueños de Onetti, quien deja a aquel crear en su memoria y sus delirios la ciudad. Brausen sabrá de la realidad de sus sueños mientras su mujer llora, dormida, y Onetti, que comparte con él un despacho, le hace buscar la salvación en la habitación de la Queca, su vecina de aquel. En esa habitación, «naturaleza muerta» donde se oyen todos los ruidos del mundo y desde donde siente los suspiros de su mujer que sufre en sueños, Brausen, -que se finge Arce para gozar de la pureza ilusoria de no tener pasado y se realiza en Díez Grey haciendo que el ayer no importe y la historia de su personaje sea impotente ante el hoy de Santa María-, se mueve adentrándose en sí mismo como por el espacio irreal de un cuadro. Los objetos, sucios y podridos, reposan con obstinada inocencia, ajenos al devenir, desnudos en su existir, mudos y discretos pero apoderándose del intruso. Absorto en esa paz que contagian los objetos llega a la existencia pura, recorre el alma, el cuerpo, la persona toda de la Queca, logrando una intimidad irrecuperable con ella. Decide entonces asesinarla para lograr el vacío total. Pero un otro, real, la mata por él. Brausen alcanzará la plenitud del ser cuando, en compañía del asesino real, se entrega a la policía:
Esto era lo que yo buscaba desde el principio -se dice-, desde la muerte del hombre que vivió cinco años con Gertrudis: ser libre, ser irresponsable ante los demás, conquistarme sin esfuerzo en una verdadera soledad. La vida breve es una elegía-despedida a la vida sin pasar por la muerte; la conciencia de la soledad y de nuestros falleceres diurnos y nocturnos. Y el rechazo, también, a todos los valores que se nos han impuesto. Brausen inventa una realidad para vengar la realidad no elegida pues, como artista, tiene la facultad de crear otros mundos para escapar de la insoportable continuidad de la existencia.

La imposibilidad de comunicación rige El astillero (1962), su pieza maestra. La novela está dominada por la persona de Junta Larsen, un hombre duro, lacónico y rebuscador, antiguo propietario de un burdel que había aparecido por primera vez en Tierra de nadie y que también forma parte del elenco de La vida breve. Las visiones ideales de la juventud de Larsen, sus subsecuentes sueños de riqueza y poder, le han eludido; ahora está al final de su larga maniobra. Vuelve a Puerto de Santa María y se convierte en un muy bien remunerado gerente de un astillero. De hecho, el astillero es un despojo del tiempo y el salario mera imaginación, pero Larsen, como los otros empleados, entran a gusto y con aparente convicción en este juego kafkiano: estudian archivos envejecidos, hablan de barcos que hace tiempo desaparecieron, cortejan a la enferma hija del patrón. La crisis se precipita cuando uno de los empleados se rebela contra este mundo absurdo, y Larsen, fallando al intentar asesinarle, enloquece y muere.

Para Larsen la vida se nos va haciendo nada, una cosa tras otra sin interés ni sentido. Pero a pesar del fracaso y las degradaciones, su heroísmo reside en tratar de encontrar algún sentido a su constante lucha por sobrevivir, sabiendo que crecer es fallar pues sólo en la juventud somos capaces de amar y tener esperanzas. Al cerrar el libro tenemos la certeza de que la muerte es la única que puede salvarnos del absurdo de vivir, librarnos de esa pesadilla que es la vida adulta.

El asunto de Juntacadáveres (1964) es un fragmento de la vida de Larsen, cuando, al establecer un burdel en Puerto de Santa María, asiste a la realización de su ideal. Refiere paradójicamente los precedentes de la expulsión decretada por el gobernador, de Larsen o Junta, quien murió, según se cuenta en El astillero, de pulmonía en un hospital de El Rosario.

Santa María es ya una ciudad en plenitud ciudadana. Pero la verdadera historia hay que buscarla en el ánima de los personajes: Larsen, con su extraña vocación de ser siempre y sobre todo una figura escatológica, un ave de mal augurio que anuncia la muerte, un junta-cadáveres, hiena coleccionista de carroñas, y su grupo de grotescas putas, decrépitas, buscando en el lupanar el naufragio definitivo.

Onetti ha puesto en esta novela toda la sabiduría de su larga existencia a fin de someternos al asfixiante clímax de una ciudad alucinada que renace cada día, desde su provincialismo, entre un río y una colonia de labradores suizos, con la tranquilidad conmovida por la presencia súbita e insólita de una casa de putas, autorizada por el Consejo Municipal mediante votación y luego de un nudo de discordias y conflictos que termina en una tragedia y una curiosa cruzada impulsada por el cura Bergner, con militancia de jóvenes que «quieren novios castos y maridos sanos». Larsen, el proxeneta, significa el «progreso» en una sociedad atemorizada y conservadora. El prostíbulo es el mundo futuro y las putas, la infinita ternura que necesitan los hombres.

Toda la obra de Onetti es una honda reflexión que nos empuja al desamparo, el desencanto, el desarraigo, la pasividad, el aburrimiento. Sus personajes se mueven entre las miserias de la angustia y la resignación, que asumen sin ira ni rebeldía, con cierto fatalismo cristiano digno de nuestras tradiciones, así sea sin fe. Sus personajes son contemplativos a la manera de Díaz Grey o Jorge Malabia, seres incapacitados para crear relaciones orgánicas con sus comunidades y son por tanto relegados a la soledad y el aislamiento. El mundo, para ellos, es un suplicio que deben evitar pues representa la decrepitud e insolvencia de unos valores que la pequeña burguesía abandonó hace ya tiempos, pero que parece serán pronto remplazados por otros. Un mundo de indiferencia moral, sin fe ni interés por el destino. El asunto central de su obra es la imposibilidad del hombre para resistir el peso de la realidad, como dice Eliot en uno de sus poemas. Incapaces de aceptar que sus vidas carecen de sentido, sus personajes tratan de modificar la realidad y se destruyen a sí mismos.

Notable cuentista, la trama de sus narraciones se construye a menudo alrededor de una acción fundamental ofrecida en versiones o claves varias, contadas a través de terceros, pasivos espectadores -como el lector- que evocan con maledicencias, chismes y rumores la vida de otros, dejándonos en la incertidumbre al tiempo que teje un personaje colectivo al que nos vamos integrando, una sociedad a la que terminamos por pertenecer: la gente de Puerto de Santa María.

Onetti fue calificado de anti novelista a causa de su escaso interés en los argumentos tradicionales. La acción en sus libros está generalmente subordinada a describir detalles que enfatizan el paso del tiempo. Su estilo, plano desde los primeros libros, fue cambiando gradualmente hacia un denso y oblicuo instrumento pleno en encubrimientos, reiteraciones, monólogos elípticos de acuerdo con las características complejas y confusas de sus personajes y la estática visión de la vida que tienen.

Juan Carlos Onetti Borges abandonó la escuela secundaria y trabajó como portero, oficinista, mesero y vendedor. En 1932 se trasladó a Buenos Aires, donde vivió por dos años, y publicó sus primeros cuentos en los suplementos literarios de La Prensa y La Nación. Sus intereses literarios se fueron desarrollando paralelamente a sus intereses políticos. De regreso a Montevideo fue nombrado editor de Marcha (1939-1942) donde promovió la nueva literatura. Al dejar la revista pasó a trabajar en la agencia noticiosa Reuter, primero en Montevideo (1942-1943) y luego en Buenos Aires (1943-1946). En esta última ciudad permanecería hasta 1955 trabajando como editor de las revistas Vea y Lea. Durante la década del cuarenta escribió varias novelas y tradujo a varios escritores norteamericanos, en especial a Faulkner, uno de sus favoritos. En 1957 fue nombrado director de las bibliotecas públicas de Montevideo. En 1974 premió un cuento de Nelson Marra. La historia fue publicada en Marcha, que fue clausurado por diez semanas y Marra, Onetti y otros miembros del jurado fueron puestos en prisión y golpeados, para hacerles entender que nadie podía afirmar que la policía uruguaya golpeaba y torturaba a los detenidos. Onetti sufrió una crisis nerviosa, tuvo que ser recluido en una clínica por algunos días y luego partió para Madrid [1976], donde permaneció hasta la hora de su muerte, sin otra enfermedad que una pereza de vivir, tumbado en una cama leyendo patrañas policiales y paladeando licor de malta en compañía de una perrita llamada Biche.

"Vivía, ha escrito José Manuel Caballero Bonald, en un piso algo sombrío, retenido en una de sus más obstinadas fases de acostado. Esa situación de residente estable en la cama dotaba al novelista de un manifiesto aire de enfermo imaginario o de excéntrico personaje de alguna novela no escrita todavía… Cuando lo conocí se había pasado del vino tinto al whisky -por prescripción facultativa, según decía- y sólo leía novelitas negras de frágil calidad y curioso enredo. También oía de vez en cuando algún tango de la buena época y algún bolero clásico… Lo cierto es que aquel señor con aspecto convaleciente no podía ser el mismo que había escrito páginas tan definitivamente seductoras. Pero de todo eso, como él mismo había dicho, hacía ya muchas páginas".

Sus Obras completas aparecieron en México en 1970. Recibió el Premio Nacional de Literatura (1962) y el Cervantes (1980). Mario Vargas Llosa ha dedicado a su memoria una espléndida biografía titulada El viaje a la ficción: el mundo de JCO [2008].

Los comienzos

Los comienzos

¿Existe una fórmula para captar la atención del lector desde las primeras líneas? Hay quienes creen que sí y estudian los íncipit famosos. El secreto de Vargas Llosa

¿Quién no empezó una vez un libro y lo abandonó a los pocos párrafos? Y, al revés, ¿cuántas novelas nos han cautivado desde el primer instante al punto de ya no poder dejarlas? Corto o largo, informativo o misterioso, clásico o informal, ¿cuál es el mejor modo de empezar un libro?

Íncipit es el nombre técnico de esas primeras palabras o primera frase de un texto (del latín incipio: empezar) a los que muchos atribuyen una importancia fundamental. A no confundir con el prólogo, que no forma parte del relato en sí. El íncipit es parte de él.

Se trata, ni más ni menos, que de seducir al lector, cautivarlo, intrigarlo, interpelarlo, hasta provocarlo -todo vale, con tal de que no deje de lado el libro, sobre todo en estas épocas de tanto estímulo audiovisual.

Es esa captatio benevolentiae -de la literatura, pero también de la retórica- por la cual el autor o el orador buscan atraer la atención y la buena predisposición del lector u oyente.

De pequeños, incluso antes de saber leer, nos acostumbramos a escuchar ese "había una vez" de los cuentos, con su promesa de aventuras y fantasías, el "ábrete sésamo" a la imaginación. Muchas novelas consagradas se abren con una fórmula que no es sino recreación de aquella tradicional. "Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K..."; así se inicia Crimen y castigo de Fedor Dostoievski.

Existen incipit célebres, que tantos conocen hasta de memoria, como los primeros Versos sencillos del cubano José Martí (Yo soy un hombre sincero/ de donde crece la palma, / y antes de morirme quiero / echar mis versos del alma)) o la primera estrofa del poema gauchesco argentino Martín Fierro de José Hernández (Aquí me pongo a cantar / al compás de la vigüela, / que el hombre que lo desvela / una pena extraordinaria / como la ave solitaria / con el cantar se consuela). Y también los primeros versos de la Divina Comedia de Dante: "En medio del camino de la vida / me encontré en una selva oscura / porque la recta vía había perdido."

No hay duda de la importancia de los incipit, al punto que existen fanáticos en todo el mundo, coleccionistas podría decirse, sitios web especializados y rankings como el de la American Book Review que elaboró una lista con los que considera los cien mejores.

Un favorito:
En el podio de los más logrados suele encontrarse siempre el Call me Ishmael (Llámenme Ismael) de Herman Melville; entre sus fans figura el flamante premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa ("me impresionó mucho la primera frase de Moby Dick", dijo una vez). El escritor chileno Roberto Ampuero explicó en una entrevista reciente con el diario argentino Perfil el por qué de su preferencia por ese incipit: "Primero, porque es la entrada a Moby Dick, una de mis novelas favoritas. Segundo, porque legitima de golpe el derecho a una narración en primera persona. Tercero, porque incorpora una dosis de ambigüedad e incertidumbre en el lector: la frase no garantiza que Ishmael sea Ishmael. ¿Qué más puedes alcanzar con tres palabras?".

Otro del mismo estilo que el de Melville es el "Hoy ha muerto mamá" con el que se abre El Extranjero del francés Albert Camus, premio Nobel de Literatura 1957 Como en Moby Dick, se nos anuncia el relato en primera persona pero también se nos transmite desde el principio la mirada despojada, distante, con la cual el personaje contempla el mundo -y su absurdo- durante todo el libro. Las palabras que siguen a esa primera frase son tanto o más escuetas: "Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé", con lo cual el autor subraya la condición de ajeno -de "extranjero"- del personaje en relación a acontecimientos de la vida que trastornan a sus congéneres.

Usualmente el íncipit informa (lugar, tiempo, personajes), interesa (todo recurso vale) y establece el contrato de lectura (anunciando el código con el cual se debe descifrar el texto o, dicho más sencillamente, el género). En la novela negra, es frecuente que el autor nos arroje de lleno en medio de la trama, sin preámbulos, al modo en que lo hace uno de los maestros del género, James Hadley Chase, en Con las mujeres nunca se sabe: "La cueva de ratas que me habían alquilado como oficina estaba en el sexto piso de un destartalado edificio ubicado en un extremo de la playa San Luis". Y lo que sí se sabe de inmediato es que habrá mucha acción.

Pero estas funciones del íncipit no son necesariamente razonadas por el autor de un libro, sino que resultan de la categorización a posteriori de los analistas de textos. Lo más probable es que en el escritor haya más espontaneidad que cálculo. Ello explica la amplia variedad de introitos que podemos encontrar y su gran originalidad.
Lo bueno, si breve...

"Qué importante es la primera frase de una novela", dijo el peruano Mario Vargas Llosa, mucho antes de ser galardonado con el Nobel de Literatura, en mayo de 2000, entrevistado por El Comercio de Perú. "El comienzo nos introduce en el universo de la historia". Y en el diálogo va recordando otros íncipit, como el de La Condición Humana de André Malraux ("¿Intentaría Chen levantar el mosquitero?"). O el de Las Ruinas Circulares de Borges ("Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche"). O el de La Metamorfosis" de Kafka ("Esa mañana, después de una noche de sueños intranquilos, Gregorio Samsa comprendió que se había convertido en un enorme insecto").

Todas invitaciones a leer más. Como el de Gabriel García Márquez en sus Cien años de soledad: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".

Si el incipit es bueno, con poco nos dirá mucho. La brevedad acentúa la contundencia y, si además crea intriga, el objeto estará logrado. Pero no existen reglas en cuanto a la extensión y hay excepciones al "cuanto más breve, mejor". Una de ellas es El señor presidente del guatemalteco Miguel Angel Asturias que se abre con la larga repetición de una palabra como un conjuro que busca crear un clima peculiar a través de la cacofonía: "¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre! ¡Alumbra, lumbre de alumbre, sobre la podredumbre, Luzbel de piedralumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre..., alumbre..., alumbra..., alumbra, lumbre de alumbre..., alumbre..., alumbra..., alumbra, lumbre de alumbre..., alumbra, alumbre...!"

Como éste, otro íncipit que juega con el sonido es el de Vladimir Nabokov en Lolita, pero la traducción traiciona la musicalidad del inglés original: "Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo.Lee. Ta." ("Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.").

Otro incipit venerado es el de Marcel Proust en Por el camino de Swan: "Mucho tiempo he estado acostándome temprano", que preanuncia el relato intimista. Y un caso de comienzo cautivante, infalible si se tienen 20 abriles al sumergirse en sus páginas, es el de Paul Nizan en Aden Arabia: "Yo tenía veinte años; no permitiré a nadie decir que es la edad más bella de la vida."

Pequeño, peludo y suave

De estilo muy diferente es el de Platero y yo, del español y también Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez, que por su sencillez es modelo para el análisis sintáctico en muchas escuelas: "Platero es pequeño, peludo, suave".

"Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba Historias vividas, una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera". Así se inicia el inolvidable Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.

La inocencia de estos comienzos contrasta con la invocación que abre el Facundo del argentino Domingo F. Sarmiento: "¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo!"

Y qué decir del siniestro íncipit de uno de los Cuentos de amor, de locura y de muerte del uruguayo Horacio Quiroga: "Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia."

También en el género ensayo es importante el incipit. Como ése de Gilles Deleuze y Félix Guattari en Mil mesetas que tiene reminiscencias bíblicas ("mi nombre es Legión porque somos varios") y que dice así: "El Anti-Edipo lo escribimos a dúo. Como cada uno de nosotros era varios, en total ya éramos muchos". O el del padre de la antropología moderna, Claude Lévy Strauss, que empieza su Tristes Trópicos declarando: "Odio a los viajeros y a los exploradores". O el más célebre aún y mil veces parafraseado del Manifiesto Comunista de Marx y Engels (1848): "Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo".

También queda grabado en la mente el credo patriota de Charles De Gaulle en sus Memorias de Guerra: "Toda mi vida, me he hecho una cierta idea de Francia. Me la inspira el sentimiento tanto como la razón".

La receta de un Nobel: Una de las obras consagratorias de Vargas Llosa, Conversación en la catedral, empieza así: "Desde la puerta de La Crónica, Santiago mira la avenida Tacna sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?" En la entrevista con El Comercio, el escritor peruano reveló un secreto: la primera frase de sus novelas suele ser una conclusión a la cual llega cuando ya está muy adentrado en la redacción. Nunca empieza por el principio. "Escoger el comienzo es resultado de una intuición, dice. No hay una ley que le diga a un escritor que el comienzo que ha elegido es el adecuado".

La sirga

La sirga

 

William Vega


Entre Junio de 2005 y Marzo de 2006, recorrí la mitad del país como realizador de "Juan Mochilas", un programa de la franja de agro, medio ambiente y naturaleza de Señal Colombia. Gracias a ese recorrido hice mi propia lectura del país en que vivo. Mi lectura, mi versión, no la de otros. Fue en Agosto de 2005 que llegué en medio de la bruma al encanto de La Cocha, una laguna que se levanta en medio de Los Andes. Su nombre ya de por sí es una historia y como es natural, las historias llaman a otras historias. 

 
En medio de la neblina conocí a personas tan enormes como sencillas. La misma neblina va permitiendo que uno conozca poco a poco la majestuosidad del lugar. Poco a poco, sin prisa. De repente sobre la laguna soplan vientos que despejan las montañas que la circundan y es así, como también van apareciendo las historias. Es en este lugar sagrado que se cultiva la fábula de Alicia, una niñita vulnerable que lo pierde todo y queda desprotegida en medio de tanto frío.

Alicia escapa del desastre y después de un viaje en medio del páramo de Quisinmayaco queda impactada por el espejo de agua de la Laguna. Ahí, como los viejos pescadores, echará la red, una sirga para ver qué atrapa. Eso es "La sirga", la historia de Alicia. La historia de una niña que se convierte en mujer y que en ese doloroso proceso entiende que los ciclos consisten en el ensayo error. "La sirga" es entonces la historia de una mujer que busca reconstruirse y levantarse de sus cenizas. En su aprendizaje, tanto en su viaje interno como externo, entenderá que nunca somos del todo desgraciados, así como tampoco somos del todo felices. La desaparecida madre de Alicia diría que siempre faltan cinco centavos pa’l peso, y sí, vaya a ver y es cierto.

La historia de esta maniobra, de esta sirga, se enclava entonces alrededor de La Cocha, de sus mitos, de sus habitantes, sus creencias e idiosincrasia. Es por eso que su narración va a la velocidad de la neblina cuando baja, pero también da giros en espiral y se despeja rápidamente por ráfagas de viento que lo descubren todo por momentos.

Aventurarme a escribir y a dirigir esta historia, nace de la necesidad por redescubrir la tradición narrativa a la que pertenezco. Mi primera pregunta como creador busca responder a qué historias me debo, cuáles me cautivan y logran invadirme. Es así como recuerdo con complacencia los mitos y leyendas que hablan de pueblos, dioses, semidioses, héroes y mártires indígenas que actúan alrededor de las grandes lagunas. 

Estos lugares enclavados en la cordillera de Los Andes han sido por siglos el epicentro de la sabiduría, que gracias a la tradición oral permite la durabilidad de las fabulas que ahí han ocurrido y que también se inventan. Esta fascinación por las lagunas encantadas de Latinoamérica es el punto de partida para crear mi propia leyenda.

La escritura de la sirga tiene su origen en la seducción por un lugar geográfico periférico y desconocido por Colombia y el mundo. Más allá del espacio, es la manifestación de asombro por la gente del lugar. Campesinos con un legado indígena que hoy resisten ideológicamente para que sus tradiciones existan y sigan existiendo, para que la relación con la tierra y con el hermano sea limpia, pura y se extienda así por todos los tiempos y todos los espacios. Familias y vecinos construyen una vida admirable en medio de un país en conflicto, entre un país con hambre, desigualdad y guerra. Una comunidad con una propuesta de transformación del pensamiento y las relaciones, que otros hermanos desconocen. Hermanos que hieren la tierra y la desangran.

(*): El caleño William Vega, comunicador social y cineasta, debuta como director de largometrajes con "La sirga", producida por Oscar Ruiz Navia ("El vuelco del cangrejo"), del que fue ayudante de dirección. Lanzada mundialmente en Cannes, acaba de llegar el pasado fin de semana a 22 salas de cine en 7 ciudades colombianas después de una experiencia novedosa: preestrenarla en internet. Más de 50 000 computadores se conectaron para verla en "stream" el pasado jueves.

Consejos para un joven que quiere ser cronista

Consejos para un joven que quiere ser cronista

Alberto Salcedo Ramos

 

Si no eres porfiado, olvídalo. De entrada te dirán que no hay espacio, ni dinero, ni lectores. En vez de perder tiempo quejándote, pon el trasero en la silla como proponía Balzac. Y cuando empieces a trabajar escucha el consejo de Katherine Ann Porter: no te enredes en asuntos ajenos a tu vocación. A un narrador lo único que debe importarle es contar la historia.


Cuando la historia es buena y está bien contada posiblemente le interesará a algún editor. Pero nadie te lo garantiza. En caso de que no la publiquen, por lo menos te quedará una crónica ya terminada. Guárdala como un tesoro: podría motivarte a hacer otra. Si dejas de escribir cuando los editores te cierran las puertas, tal vez mereces que te las cierren.


Aunque tengas un trabajo de tiempo completo en un periódico o manejes un camión de carga, debes escribir. Ninguna excusa es válida. Si solo atiendes los llamados del estómago, ¿para qué seguimos hablando?


Cree en los temas que te impulsen a escribir. Ya lo dijo Mailer: cuando un tema atrape tu atención no lo sometas a la duda.

Puedes escribir sobre lo que quieras: sobre un asaltante de caminos, sobre las enaguas de tu abuela, sobre el escolta del presidente, sobre la caspa de Tarzán, sobre lo triste, sobre lo folclórico, sobre lo trágico, sobre el frío, sobre el calor, sobre la levadura del pan francés o sobre la máquina de afeitar de Einstein. Pero por favor no aburras al lector. Escribir crónicas es narrar, narrar es seducir. Los buenos contadores de historias convierten el verbo narrar en sinónimo de encoñar. Son como Don Vito Corleone: le hacen al lector una oferta que no puede rechazar.


Confieso que me producen alergia las historias que lo reducen todo al blanco y al negro. Desconfío de las moralejas y por eso no leo fábulas. O las abandono a tiempo para que el lobo viva tranquilo después de comerse a Caperucita Roja y para que el dueño de la gallina de los huevos de oro pueda sacrificarla sin remordimientos.


Algunos pretenden escribir mientras bailan una cumbiamba o asisten a un partido de fútbol. Pero el trabajo es una cosa y el recreo, otra. Concéntrate en tu oficio. Si no le dedicas al texto toda tu atención, posiblemente el lector tampoco lo hará.


Estar aislado es duro, te lo advierto, en especial cuando escribes historias de largo aliento. Sabes cuándo comienzas pero no cuándo terminas. En cierta ocasión me sentí tan oprimido por el encierro que consideré como mi gran utopía salir a pagar el recibo del teléfono. Luego están las dificultades propias del oficio: en una

jornada solo alcanzas a precisar un adjetivo, y al día siguiente lo borras porque ya no te gusta. Acuérdate de Dorothy Parker: “odio escribir, pero amo haber escrito”.


Si cuidas la escritura, si no te conformas con juntar las palabras de cualquier manera, lo más seguro es que tiendas a bloquearte. Bloquearse es un gaje del oficio. Indica que asumes el trabajo en serio. Sal a la calle a renovarte. Tomar distancia también es una forma de escribir.


Si eres de los reporteros que no leen más que noticias, declárate perdido. Hay que tener buenos referentes en el oficio. Solo al oír las voces de los maestros – Talese, Capote, Hemingway – y mirar el mundo con curiosidad genuina aprenderás a encontrar tu propia voz.


Por mucho que ciertos reporteros y editores ortodoxos renieguen de la crónica, tú tienes que creer. La crónica le pone rostro y alma a la noticia para atender a un tipo de lector que no solo quiere atragantarse de datos. Algunos suponen que las verdades que no contienen el destape de una olla podrida son indignas de ser publicadas. 


En un continente saturado de corrupción siempre será apreciada la figura del higienista que fumiga a las alimañas. Sin embargo, me temo que la verdad no se encuentra solamente regando plaguicidas o frecuentando los manteles de los poderosos, sino también, prestando atención a la gente común y corriente, aquella que, por desdicha, solo existe para la gran prensa en la medida en que muere o mata.

El decálogo de Onetti

El decálogo de Onetti

I.
No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.
II.
No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.
III.
No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.
IV.
No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la
dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.

V.
No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al
triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.

VI.
No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.
VII.
No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.
VIII.
No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?
IX.
No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.
X.
Mientan siempre.
XI.
No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."

Apostilla nuestra: caer bajo pero con toda la sinceridad.

¿Qué son las narrativas transmedia?

¿Qué son las narrativas transmedia?

"Hemos pasado de la cultura de los
espectadores sin voz a una cultura descentralizada y participativa donde el
usuario es el eje de lo que ocurre"


                        Entrevista a Roberto Ponieman

P: ¿Que son las narrativas transmedia?
R: Son extensiones de una historia central o plot (P.Ej. de un film) que se llevan a cabo sobre plataformas complementarias (Ejs: libro, una serie, un juego, comic, aplicaciones para tabletas o móviles, etc.) Lo que ocurre con las narrativas Transmedia es que las historias que se van a extender desde un soporte central serán diseñadas para cada plataforma adicional (serie,libro,juego) con elementos nuevos que enriquecen el relato, no incluídos explícitamente en el soporte original, en nuestro ejemplo, el film.Es decir que las extensiones dela narrativa principal, (como sostiene Henry Jenkins) no son redundantes sino complementarias entre sí. Allí estuvo en su día el ejemplo de Matrix o Batman Begins, con peli, comic y juegos donde cada uno agregaba algo al mundo de la historia. O Head Trauma, de Lance Weiler, por citar otrocaso de éxito llevado a cabo con bajísimo presupuesto. Y hay muchos más. La consecuencia de aplicar esta modalidad de desarrollo transversal de las tramas, es que aparece un universo narrativo que la audiencia no conocerá en su totalidad salvo que haya experimentado el conjunto de historias complementarias apoyadas en el potencial, dispersadas sobre las distintas plataformas en las que ahora estará disponible. Es un concepto nuevo y fresco. Un producto a la medida de las necesidades de entretenimiento de los nativos digitales. Una manera fantástica de extender la narrativa central sobre múltiples plataformas, agregando en el proceso infinidad de novedades y extendiendo así la vida útil de la propiedad intelectual original.

P: ¿Cómo cree que el público recibirá las producciones Transmedia en el mundo de la producción audiovisual en español?
R: Creo que fantásticamente bien. Sobre todo porque es multiplicar exponencialmente la calidad y cantidad del entretenimiento que puede disfrutar la audiencia sobre un tema que ya les gusta. Además aquí no se ha hecho mucho al respecto aún, con lo cual la novedad juega muy a favor. Los mayores consumidores de entretenimiento son hoy los ciudadanos digitales y el juego es el 60% del total de la industria cultural consumida. Lo menciono porque el juego es un soporte central en cualquier desarrollo Transmedia, justamente por esa razón. Además el formato de producción Transmedia se puede (y se debe) aplicar también a la educación, la publicidad, la política (es la herramienta ideal para la propaganda neuropolítica) y tantos otros ámbitos, como el de cambio social. Por eso digo que está aquí para quedarse y que será muy bien recibido.

P: ¿Qué es un productor Transmedia?
R: Es el amo de ese universo temático que va a estar compuesto por los mundos sobre los cuales se dispersa la narrativa central en cada plataforma, con nuevos contenidos. En su buen saber tendrá que extender las narrativas desde la perspectiva de la fortaleza intrínseca de cada soporte escogido para el lanzamiento de un producto Transmedia. No es igual extenderla trama con nuevos elementos a través de un videojuego ó un ARG, que en uncomic. Debe coordinar que el resultado(es decir la narrativa emergente de lo que ocurre en todos los mundos) esté integrada consistentemente a través de todas las plataformas que intervienen en la producción. Deberá ser un excelente integrador interdisciplinario y gran cazador de talentos. Es alguien que sabe utilizar las redes sociales y generar comunidades de seguidores que terminarán en muchos casos generando ellos mismos nuevas extensiones de la trama, y en algunos casos si tienen éxito llegarán por ello incluso a compartir algunas ganancias que genere la propiedad intelectual. Créame que es un mundo nuevo y muy, muy dinámico.

P: ¿Y cree que los estudios y las productoras de la zona Ñ apostarán invirtiendo en lo que el Producers Guild of America ha llamado el nuevo rol de Productor Transmedia, esa nueva clase de visionarios de la cual usted ya es parte?
R: A la industria esto le ha caído del cielo. Le viene como aguas de mayo ya que el público se vuelve fiel y las audiencias se vuelven cautivas; como consecuencia la facturación generada por la propiedad intelectual se dispara; los ingresos se multiplican exponencialmente. Para ejemplificar un porqué, basta con analizar una sola característica que ofrece ser parte de las comunidades: La movilidad social vertical. Aparece el fenómeno del universo del Fandom (el dominio de los enterados como lo llama Kring) donde si no sabes lo que está ocurriendo en la serie no eres nadie. Pero lo contrario también es verdad. Si en el recreo del cole o en la máquina de café de la oficina sabes más que los otros sobre lo que va a ocurrir en la serie que todos están siguiendo has conseguido hacerte con el poder en el grupo, es decir a los ojos de tus colegas te has vuelto el jefe, lo cual en la vida real en estos días no es tan fácil; eso genera una satisfacción de usuario extendida que en los proyectos planos no ocurre. Esa es una de las cosas que buscan explotar los nuevos proyectos de los grandes estudios en USA; entretenimiento recompensado y satisfacción extendida. Para el público, poder profundizar en las tramas a través de una historia cuya totalidad está diseminada en varios productos de entretenimiento relacionados entre sí es una experiencia única e inmersiva. Y cuanto más aún será así si el patrón culturales el de tu propio idioma, en nuestro caso, la Ñ.

P: ¿Como lo sabe?
R: La garantía del éxito de las producciones Transmedia está en que es la clase de mundo de entretenimiento diseñado en base a la experiencia de los nativos digitales, (que han nacido con internet, móvil, juegos, ordenador, etc.); que son la gran audiencia del presente y que no hará más que crecer exponencialmente. Transmedia es la experiencia de entretenimiento total. Integra todas esas plataformas en un solo contenido que se dispersa sistemáticamente sobre todas ellas, creando una experiencia única e irrepetible. Por lo tanto la producción convencional (que ya estaba en crisis) se queda desfasada. Se vuelve plana, sin dimensión y por tanto aburrida y obsoleta. Por esa mismísima razón la apuesta desde Hollywood por la producción Transmedia, es hoy tan enormemente brutal en términos económicos. Basta con ver el impacto que han tenido algunas series como Héroes en la creación de audiencias y comunidades de inteligencia colectiva abocadas a resolver pistas de la serie, o de films como el que pronto podremos ver con Angelina Jolie (El Día X existe), que ha creado una serie de 9 entregas sobre web de un juego cuyo objetivo es la creación de una experiencia extendida e inmersiva del guión que se verá en las salas. Recomiendo decididamente ver lo que se ha hecho, ya que es un gran ejemplo de un gran producto Transmedia que ya tiene al menos 2 soportes para empezar: La web, y el film. http://www.dayxexists.com/site/. Hay que verlo.

P: ¿Y para terminar?
R: La industria de los contenidos ha entrado en una nueva época radicalmente diferente a todo lo conocido ya que ahora los desarrollos serán obligatoriamente multidimensionales. Hemos pasado de la cultura de los espectadores sin voz a una cultura descentralizada y participativa donde el usuario es el eje de lo que ocurre; lo que existe entre el productor Transmedia y su público es un diálogo bidireccional en el cual el valor añadido está definido claramente por la participación de las audiencias. Y eso tiene que quedar muy claro. Hay que oírles ya que es justamente de ese diálogo de donde surgirá el valor. entenderlo, para cualquiera que sea parte de la industria del entretenimiento en su conjunto (en el sector que sea) es jugar en desventaja, y al final terminar perdiendo tiempo, prestigio y dinero. Yo les invito a aprender más.

P: Muchas gracias Roberto.
R: ¡A ustedes!

Nota: Roberto Ponieman está a cargo del programa
Iberminuto Transmedia en Cinemavip.
 

 

¿Qué hace de un objeto un objeto de arte?

¿Qué hace de un objeto un objeto de arte?

1. Que es el objeto socialmente producido que tiene la carga humana más potente (el objeto con más sujeto).

2. Que es el objeto que refleja con mayor intensidad al sujeto creador.

3. Qué es único (independientemente de la capacidad técnica de replicabilidad).

4. Que concentra la mayor carga de deseo expresivo.

5. Que produce las transformaciones más profundas en los sujetos que se le exponen: función representacional catártica.

6. Que produce la experiencia estética más concentrada y significativa, de todo el universo de los objetos socialmente creados.

7. Que tiene autonomía simbólica. (Alta calidad formal)